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Etiqueta 25

Publicado: 11.02.2022

10.02.2022

Hoy es el último día de dar clases y con ello una nueva toma de conciencia de una diferencia cultural. Durante toda nuestra estancia, hemos hecho gimnasia cada mañana con los alumnos. Más concretamente, hemos trabajado la motricidad fina con los más pequeños utilizando pelotas, y con los mayores nos hemos concentrado en el manejo del balón. Cada día han aprendido diferentes formatos de juego y ejercicios. Ahora, al ser nuestro último día, les decimos que pueden jugar libremente con las pelotas. Se quedan allí como petrificados, mirándome. No tienen idea de qué hacer en un juego libre. Así que les digo que pueden usar las pelotas y, por ejemplo, ir de dos en dos. Al menos algunos comienzan a moverse. Algunos se involucran en el juego, mientras que otros simplemente lanzan el balón en círculo durante 40 minutos, pero parecen disfrutarlo…

Los más grandes son un poco más innovadores y prácticamente no necesitan instrucciones, pero aquí también la mayoría termina disparándose entre ellos, lo cual procuro detener o simplemente ignorar. Después de la clase de deporte, me uno a la P5 para inglés, pero todavía están copiando la lección anterior. Así que me siento durante 40 de 80 minutos en un rincón, observándolos.

La P4 casi se duerme en la clase de inglés y lo que normalmente suele ser un tiempo de habla y escritura ya muy prolongado está alcanzando dimensiones prácticamente desconocidas. Les dejo resolver un crucigrama, lo curioso es que primero tienen que copiar el crucigrama antes de poder resolverlo. Además, supuse que el concepto de crucigrama sería conocido para ellos, pero no era así… Quizás precisamente por la razón mencionada antes.

Por la noche, estamos de nuevo invitados en la primera familia con la que cenamos. La alegría es inmensa y la apreciación que nos muestran es conmovedora. Hay más comida que la última vez y ¡está tan deliciosa! A los tres hijos les trajimos material escolar, cuadernos, lápices de colores, lápices, bolígrafos, borradores y reglas. La atmósfera es como en Navidad. A los padres les traemos pan y margarina. Nos vuelven a dar un montón increíble de regalos para llevar, aguacates, frutas de la pasión, huevos, papaya, cacahuetes tostados, bananas y tres artículos de hojas de plátano. Un recipiente con tapa, un tapete y un gran bol. Ella dice que «no es mucho», y nosotros estamos completamente abrumados de que quieran compartir con nosotros todo lo que tienen. Les hubiera encantado regalarnos un gallo vivo, lo cual es uno de los mayores honores aquí, pero pensaron que sería difícil transportarlo en avión y por eso decidieron no hacerlo.

Necesitamos llenar el libro de visitas, también con nuestros números de teléfono, y la mujer cuenta con orgullo que tiene WhatsApp y que naturalmente le escribirá a sus nuevos mejores amigos de Suiza. Ellos dicen que tenemos que volver sí o sí, una y otra vez a Uganda y, por supuesto, a verlos a ellos. Con el maletero lleno, finalmente nos alejamos de la familia que nos saluda, ante la iluminada granja. Me siento increíblemente agradecido de haber podido conocer a estas personas en su hospitalidad, aceptación y pura amabilidad!

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