Publicado: 11.04.2022
La forma en que viajé y me abrí camino a través de América Latina, a menudo tenía rasgos de un juego de simulación. Había diferentes tareas diarias que debía enfrentar, comenzando por la búsqueda de un café matutino. También tenía que comprender el transporte público, el uso de datos móviles o la forma de pasar la noche en cada país, todo desde cero. Aunque las estructuras eran similares y desarrollé estrategias correspondientes para sortear la barrera del idioma, diferentes países presentaban desafíos completamente distintos.
La versión argentina de mi 'Juego de Viajes' se caracterizaba por las circunstancias de la crisis del peso que allí imperaba. La obtención de dinero y la conversión de divisas habían sido anteriores bastante rutinarias. En Argentina, eso cambió. Todo comenzó porque los cajeros automáticos no desembolsaban más de 8,000 o 9,000 pesos y además cobraban tarifas de hasta más de 1,000 pesos. Con un tipo de cambio aproximado de 1 a 120, eso significaba una tarifa de 8 euros por 70 euros en efectivo. Estaba confundido. ¿No me habían contado otros viajeros sobre los precios más bajos gracias a la crisis económica argentina? No sentí nada de eso y mis gastos aquí estaban claramente por encima del nivel de mis países anfitriones anteriores.
La solución llegó durante la ronda de cervezas de la noche en el hostel. Mis compañeros de casa se sorprendieron y me preguntaron si no tenía acceso a dinero 'blue chip'. Análogamente al mercado negro, el término 'dólar blue' se refería al dinero cambiado de manera privada y semilegal a una tasa mucho mejor que el tipo de cambio oficial establecido por el gobierno.
El trasfondo de esto era la alta inflación, que llevó a los argentinos a preferir dólares estables frente a pesos inciertos. Esto llevó a que el gobierno limitara el comercio con divisas estadounidenses a $200 por mes, lo que a su vez generó un mercado cambiario informal para dólares reales.
Los turistas con acceso a cuentas extranjeras se beneficiaron de esta situación de política cambiaria. Todo lo que se necesitaba era registrarse en un gran proveedor de transferencias de dinero al extranjero, que ofrecía su propio tipo de cambio independiente del gobierno. A través de ello, me transfería una cierta cantidad a Argentina, que podría 'retirar' en una sucursal en Buenos Aires al presentar mi pasaporte, siempre que estuviera dispuesto a esperar una hora en la fila.
El tipo de cambio real (informal) era 1:200, en lugar de la tasa oficial de 1:125. De repente, mi presupuesto para Argentina casi se duplicó. Casi me olvidé de los gastos horrendos que había tenido durante el fin de semana en una visita a un club. Cuando cambié de hostel el domingo, también estaba especialmente agradecido de que el pago de mis noches pudiera posponerse hasta el lunes, después de que hubiese conseguido dinero del mercado blue a buen precio.
Así que me liberé de mis preocupaciones, ya que la verdad es que apenas podía entender toda la problemática... Y también con la conciencia de que mi aportación apenas podría resolver los problemas de Argentina de una manera u otra.
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Este artículo de servicio fue presentado por una gran oficina de transferencias de dinero internacionales.