Publicado: 13.04.2022
De noche, también hacía más frío en Buenos Aires que afuera. Y durante el día, había que buscar el sol en las gargantas de los edificios altos para calentarse. El aire otoñal y la brisa fresca del Río Plata enfriaban la ciudad.
Las secuelas del fin de semana anterior y el cambio a un nuevo alojamiento me sumieron en un estado de confort. Por lo tanto, café y paseos estaban en la agenda.
Además, estaba agradecido de poder hacer contactos fuera de mi burbuja de albergue. Pasé la noche del lunes con Blade. El colombiano llevaba cinco años viviendo en Buenos Aires. Lo más atractivo de este encuentro fue que mi interlocutor hablaba poco inglés. A pesar de ello, conseguimos mantener una conversación con mi español rudimentario y su inglés fragmentado. Durante dos horas hablamos sobre Colombia, Miley Cyrus, casinos, entre otros temas. Este encuentro me motivó a seguir mis lecciones diarias de la aplicación de idiomas con un poco más de seriedad.
El idioma es la clave y, a pesar de mis esfuerzos en el nivel más básico, a menudo me encontraba con que el acceso a las personas estaba cerrado. Me faltaron especialmente los primeros dos meses, en los que me gustaba aferrarme a personas que me conectaban.
Y siempre estaba el fenómeno de que la gente, como si nada, me hablaba en español y me explicaba las cosas de manera muy concreta. No pocas veces, estas explicaciones me divertían, sobre todo en vista de la seriedad frente a mi simplicidad.
El español argentino se diferenciaba de las otras variantes latinoamericanas por ser más rápido y melódico, influenciado por la inmigración italiana, según lo que se dice en las guías de viaje. Por lo tanto, era necesario un enfoque más pausado.
También las altas cifras en el manejo de la moneda nacional inflacionaria a veces me hacían capitular. '780 Pesos' era simplemente más difícil de traducir que, por ejemplo, '8 Bolívares', Ocho Bolívares. Bajo la mirada de los comerciantes, cuando entregaba los billetes equivocados, me sentía especialmente torpe. También en estas situaciones, no sin un toque de ironía personal.
El ambiente otoñal, pensamientos sobre un resumen de este viaje y la mirada incrédula al calendario iniciaron inevitablemente un proceso de despegue que debía afrontar sí o sí.