Publicado: 31.10.2024
¡Kyoto! Hoy viajé de Takayama a Kyoto, gracias al maravilloso Shinkansen, doscientos kilómetros en media hora, bastante impresionante, de verdad. Si solo Suiza pudiera tomar ejemplo de esto, ya estaríamos cruzando los Alpes para la hora del almuerzo.
Al salir de la estación, el destino me llevó junto a una librería, donde la guía 'Lonely Planet' para Japón prácticamente saltó de la estantería a mis manos. Así que me dejé llevar por el destino y, con la guía en la mano, me dirigí hacia el templo más icónico de Kyoto, con vistas al estanque de Kyoto: Kiyomizu-dera. Pensé que era un buen comienzo para orientarme. Aunque ya consideraba a Takayama un lugar bullicioso, ¡esto era otra historia!
El templo estaba lleno de turistas, la mayoría vestida con espléndidos kimonos, y entre ellos había grupos escolares tomando fotos desde todos los ángulos imaginables. ¿Ambiente sagrado? ¡En absoluto!
Sin desanimarme, continué por las calles de Sannen-zaka y Ninen-zaka, que también estaban abarrotadas de gente. Poco a poco comencé a cuestionar mi compra de la guía, pero decidí darle una última oportunidad. Ahí fue donde entró Sanjusangen-do, un lugar del que no había oído hablar antes. ¡Qué revelación! La sala alberga 1001 estatuas de madera, de tamaño natural y cubiertas de hojas doradas, que flanquean a un Buda sereno, cada una emitiendo tal aura que me dio escalofríos. Lamentablemente, no se permiten fotos, pero encontré una imagen en línea que puede darles una idea. El edificio en sí tiene 850 años y se ha preservado solo porque Kyoto fue perdonada durante la Segunda Guerra Mundial.
Así que definitivamente valió la pena comprar el *Lonely Planet*! 😊
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¡Kyoto! Hoy, viajé de un tirón de Takayama a Kyoto, gracias a la maravilla que es el Shinkansen. Doscientos kilómetros en media hora, bastante asombroso, de verdad. Si tan solo Suiza pudiera aprender de esto, estaríamos atravesando los Alpes para el almuerzo.
Mientras salía de la estación, el destino me guió junto a una librería, donde la guía “Lonely Planet” de Japón prácticamente saltó de la estantería hacia mí. Claramente, el destino no iba a aceptar un “no” como respuesta. Así que, con la guía en mano, me dirigí al templo más icónico de Kyoto, que mira hacia la cuenca de Kyoto: Kiyomizu-dera. Pensé que era una buena idea para orientarme. Si pensé que Takayama era bulliciosa, sin duda me esperaba una sorpresa: ¡Kyoto estaba desbordante de gente! El templo estaba lleno de turistas, la mayoría con espléndidos kimonos, y había grupos escolares tomando fotos desde todos los ángulos imaginables. ¿Ambiente sagrado? ¡Para nada!
Sin desanimarme, me aventuré en las calles de Sannen-zaka y Ninen-zaka, que estaban igualmente llenas de humanidad. Comenzando a cuestionar mi nueva compra, decidí darle una última oportunidad a la guía. Entra Sanjusangen-do, un lugar que no había oído antes, ¡y Dios mío, qué revelación! La sala tiene 1001 estatuas de madera, de tamaño natural y cubiertas de hojas doradas, flanqueando a un Buda sereno, cada una emitiendo tal aura que me dio escalofríos. Lamentablemente, no se permiten fotos, pero encontré una imagen en línea para darles un sabor. El edificio en sí tiene 850 años y se ha conservado solo porque Kyoto fue perdonada durante la Segunda Guerra Mundial.
Después de todo, ¡definitivamente valía la pena la inversión en el “Lonely Planet”! 😊