Foilsithe: 11.02.2019
Mi viaje en autobús desde Pucón duró unas 5 horas, hasta que finalmente llegué a Puerto Montt en la oscuridad de la noche. Sin embargo, lo menos agradable fue que mi teléfono se quedó sin batería, así que tuve que encontrar mi albergue basándome en mi memoria de las indicaciones de Google Maps. Por supuesto, tomé el camino equivocado al principio, lo que me hizo vagar un rato con mi mochila de 30 kg, subiendo calles extremadamente empinadas innecesariamente. No podía preguntar a nadie por el camino, ya que no había almas a la vista.
Cuando finalmente encontré mi albergue, le pregunté en inglés (clásico) a un huésped alemán donde podría encontrar a un empleado, ya que aparentemente no había recepción y estaba en medio de una sala de estar. La dueña no fue muy cálida en su recibimiento; estaba viendo televisión en su dormitorio y solo me dijo que tenía que ir a la habitación número 5 y que estaba arriba. No recibí información sobre el pago, horarios de desayuno, contraseña de Wi-Fi o cualquier otra cosa. Mis compañeros de habitación fueron de ayuda: una holandesa, un canadiense, un argentino y el alemán que ya había conocido en la sala de estar.
Al día siguiente, después del desayuno, tomé un autobús a Frutillar, un lugar fundado por inmigrantes alemanes que aún mantiene una fuerte influencia alemana. Desafortunadamente, no encontré a nadie que hablara alemán.
En Frutillar, caminé un poco por las calles y tiendas, compré un 'apfelstrudel tradicional' y visité el museo colonial alemán. Sin embargo, no pude hacer mucho más allí. Me agradó que muchas casas parecían realmente alemanas y que los restaurantes o pensiones tenían nombres alemanes. En sí, Frutillar es una hermosa y cuidada ciudad pequeña junto al lago, desde cuyas orillas se puede ver el poderoso volcán Osorno.
Más tarde, tomé un autobús a Puerto Varas, otra ciudad a la orilla de un lago, donde ese día se celebraba un festival de tortas alemanas. En la plaza central había música en vivo, se vendían cientos de tortas y otras especialidades, y se celebraba. Personalmente, me parece un poco extraño que en cada lugar al que voy, se celebre o venda algo alemán, aunque no hay alemanes a la vista. Sé por amigos que unos días antes se celebró un festival de cerveza alemana en Valdivia.
En Puerto Varas, caminé un poco por la playa y fui a un restaurante donde me sirvieron salchichas secas con papas. Sí, debo decir que los primeros días después de Pucón no me parecieron tan geniales. También en Puerto Montt no parecía haber nada que descubrir para mí, ya que me parecía una ciudad muy sucia y poco atractiva. Así que no fue difícil para mí, al día siguiente, dejar el sur de Chile y seguir mi viaje hacia Argentina.