Publicado: 19.09.2023
Por la mañana me levanto en Nida, en la Península de Curlandia. Rápidamente preparo mi escasa desayunada, hago algunos ejercicios y ensillo a Hildegard. ¡Vamos!
Como ayer caminé en la oscuridad, hoy me gustaría descubrir un poco la península con luz. Para ello me detengo en la 'Duna Muerta', una duna dinámica que ha engullido algunos asentamientos y que desde hace aproximadamente 100 años ha sido detenida por la reforestación. La gente solía trasladar siempre sus viviendas con el viento. La duna puede desplazarse rápidamente, entre 0.5 km y 15 km al año.
Continuamos a través del bosque de pinos por la única carretera sobre la península en dirección al embarcadero. Una parada en Juodkrantė me lleva a la colina de las brujas. Ya había leído que la península, especialmente en el suroeste, se consideraba en tiempos pasados un lugar sagrado donde la gente realizaba sus rituales, y donde vivían chamanes y brujas. Como Rusia tiene posesión de este lugar sagrado, ahora escultores de madera han creado una colección de inspiradoras figuras de madera en el más antiguo fragmento de bosque virgen conservado en el lado lituano. Un bonito excursion. Precisamente me tomó 1 hora para ello. Con el repique de la campana al inicio y al final. Bueno, si eso no es magia…
Después de todas las exploraciones, me dispongo a salir de la península. Son las 13 horas y tengo 380 km curvos por delante después del ferry. El viaje va a través del Lituania rural. Plano hasta ligeramente ondulado, muchas pequeñas granjas, algunas ya muy viejas - solo una sola vaca en el prado muestra que todavía vive alguien aquí - pequeños pueblitos, de vez en cuando enormes iglesias, cementerios abandonados y poco tráfico. Mi estómago se manifiesta. Me prometo que haremos una parada en Jurbarkas. Hildegard recibe aquí 12 litros de gasolina de 95 octanos y yo una sopa fría de verano. En una mujer mayor al costado de la carretera compro algunas manzanas para el camino.
Luego pasamos por el puente que aquí en Jurbarkas abarca el Memel. Un viejo río fronterizo, famoso por su notoriedad.
En algún momento cambio en el GPS (estoy tan agradecida de que existan GPS) de 'curvo' a 'rápido' y ahorro 30 km. Para ello debo entrar a la autopista hacia Polonia a través de una salida aventurera. Vaya, eso fue intenso. Entre camiones que urgentemente quieren ir hacia el oeste y que van a 90 km/h en la carretera en construcción, Hildegard queda ahora con Barbara arriba. Todo va bien, el puesto fronterizo clasifica los camiones. Puedo seguir avanzando sin problemas. Esta es una ventaja de la UE. Ya he estado en la zona de la UE desde Finlandia.
Ya se está oscureciendo, las 20 horas por la hora lituana se acercan, aún 33 km hasta la cama.
Aquí en Polonia hay más colinas, de lo contrario no hay mucho cambio. Sin embargo, la hora se ha retrocedido 1 hora. Son alrededor de las 19 horas cuando llego lentamente a la pensión por caminos boscosos oscuros. Vaya, qué lugar he elegido nuevamente 😊