Publicado: 26.10.2018
Por la tarde llegamos a nuestro apartamento en Victor Harbor y tuvimos que darnos cuenta de que no había recepción y no sabíamos cómo acceder a la habitación. Por supuesto, tampoco funcionaba la llamada por móvil a pesar de nuestra SIM australiana. Finalmente, conseguimos contactar a alguien por SMS y recibimos el código para la caja de llaves, que la agencia de viajes en realidad debió habernos dar.
Felices de finalmente entrar en calor (las temperaturas aquí en primavera son inusualmente frías para nosotros, por debajo de 20°C), comenzamos a descargar nuestras maletas - hasta que la puerta se cerró de golpe y notamos con horror que la llave aún estaba dentro del apartamento.
Ahora el envío de SMS tampoco funcionaba (por alguna razón) y ya nos veíamos durmiendo en el coche, hasta que se nos ocurrió poner la tarjeta en otro teléfono. Ahora sí pudimos hacer llamadas y pedir ayuda. Nos confirmaron que el 'cuidador' de la casa vendría a ayudarnos - solo que él estaba de camino y tardaría 45 minutos.
Hubo una caja de llaves de emergencia, que tuvimos que buscar primero en otra casa de la calle. Cuando finalmente la encontramos, introdujimos el código con entusiasmo y descubrimos que lamentablemente era incorrecto. Después de una llamada más, llegó finalmente, justo cuando ya estábamos a punto de rendirnos, el código correcto por mensaje y pudimos entrar al calor. En el futuro, parece que siempre llevaremos la llave con nosotros cuando salgamos de la habitación...
Al día siguiente, visitamos la isla Granite Island, que alcanzamos mediante un muelle durante un paseo. Un sendero circular recorre la isla con algunos hermosos puntos de vista sobre la tierra y el mar.
Regresamos en uno de los pocos tranvías de caballos que aún existen hoy en día. Un caballo amigable tira de un carro de tranvía, donde pueden acomodarse más de 30 personas, de vuelta al continente o hacia la isla.
Originalmente, este tranvía operó de 1894 a 1956 como medio de transporte público al puerto en la isla. Luego los carros fueron desechados. En 1986, reanudó la operación con réplicas exactas de los carros anteriores. Ahora, día tras día, los ocho caballos de la compañía tiran de uno de los cuatro carros - pero esta vez con turistas a bordo.
Continuamos hacia el sur y hicimos una parada en Tailem Bend, donde, según la guía de viajes, debería haber un museo al aire libre. Esperábamos un pequeño museo con algunas casas. Para nuestra sorpresa, el 'Old Tailem Town Pioneer Village' tenía un gran terreno con más de 100 edificios.
Nos recibieron con música de la primera mitad del siglo XX, que sonaba por todo el lugar para acompañar la exposición, y una colaboradora muy amable.
Se había recreado una antigua ciudad australiana que intencionalmente parecía una ciudad fantasma. En parte, la exposición parecía un poco desordenada, pero daba una perspectiva interesante sobre la vida de los colonos australianos y épocas posteriores.
Aún teníamos un poco de camino por recorrer, así que no nos pusimos en camino muy tarde para conducir por las un poco irregulares carreteras australianas hacia Robe.
Robe es un pequeño lugar en la Limestone Coast con alrededor de 1200 habitantes. Por la noche, paseamos un poco por la playa y exploramos este pueblo costero.