Publicado: 24.08.2022
Desperté en la cabaña del club deportivo, empaqué mis cosas y continué caminando. Pase por un pequeño pueblo agrícola en un pequeño fiordo. Caminé por una carretera y rodeé la punta del fiordo. Le pregunté a una granjera a caballo cómo regresar a la ruta. Me indicó la dirección y seguí su instrucción. En la orilla encontré un campo de trompetas de los muertos y comencé a recogerlas. Las trompetas de los muertos tienen un color amarillo brillante y venenoso en su forma fresca y se pueden reconocer por su olor característico y las láminas, que a diferencia de las trompetas falsas, llegan hasta el tronco. Recogí una bolsa completa y seguí caminando. Dejé algunas setas atrás para que el campo pudiera recuperarse.
Volví a subir a la meseta. A lo largo de un paisaje de pantano llegué a un lago. Allí reconocí en mi mapa un atajo hacia la próxima cabaña. Busqué durante una eternidad hasta que me rendí. Mis piernas y brazos fueron cortados por los enebros en el suelo y estaba agotado por avanzar a través del terreno irregular. Así que armé mi campamento junto al lago y fui a nadar. En el agua pude ver nubes ominosas en el cielo y corrí de vuelta a la orilla. Monté mi hamaca y la lona correspondiente y esperé allí con mi libro a que pasara el aguacero, hasta que regresé a salir y me ocupe de una comida. Cociné un arroz instantáneo con especias picantes, que mejoré con mis setas frescas. Bien alimentado, me fui a la cama.