Publicado: 03.06.2023
Jueves, 01.06.2023
Hoy tenemos un viaje un poco más largo, queremos cruzar el país por las montañas en dirección a Mani y de paso ver Esparta. Tengo un poco de preocupación, ya que en carreteras muy sinuosas me suele dar malestar, pero las preocupaciones son infundadas. La carretera está muy bien asfaltada, ¡no tiene nada que ver con las autopistas del sur de Italia! Vamos subiendo rápidamente, pasando por acantilados rocosos, a un lado de la carretera florece exuberante el adelfa, y a medida que subimos es reemplazada por el jarabe que florece en amarillo. Aunque hay redes tensadas en las paredes de roca para atrapar los bloques de piedra que caen y pequeños fragmentos, algunos consiguen llegar al borde de la carretera, lo cual me parece algo inquietante. De repente, vemos un poco más adelante en la carretera algo que se mueve: ¡una tortuga! Le pido a Martin que se detenga, él duda por un momento si es más importante la vida de la tortuga o el riesgo de recibir un bloque de piedra en el techo, pero finalmente decide pensar en la tortuga. Se detiene y yo regreso y creo que las tortugas serían buenos sismógrafos; antes de que llegue a ella, ya comienza a retraerse. La llevo al otro lado de la carretera un poco hacia la maleza, y como agradecimiento me bufidos. Pero eso se lo perdono... Pasamos por pequeños pueblos encantadores que siempre dan una impresión muy limpia y ordenada. Justo antes de Tripoli, llegamos a una meseta que está exuberantemente cubierta de verde, una imagen completamente diferente a la anterior. Después de un tiempo, llegamos a Esparta, que nos interesa por su significado histórico (viajero, ven a Esparta y así...) las excavaciones son interesantes, pero en este momento no son trascendentales y estamos algo decepcionados con la