Publicado: 29.07.2018
El miércoles me tomé mi tiempo para levantarme porque no tenía planes concretos. Decidí ir a Long Beach y allí ver qué hacer. Así que caminé hasta la estación de metro y compré un billete de 7 días. El viaje duró casi una hora, con autobús y tren. Todo el sistema es un poco diferente al de Alemania, más avanzado. Tienes una tarjeta con un chip que sostienes en una máquina para entrar a las estaciones.
Al llegar a Long Beach, caminé hasta el puerto turístico y miré alrededor. Allí descubrí el Acuario del Pacífico, donde entré de forma espontánea. Fue muy interesante, había diferentes tipos de medusas, peces, una exhibición con focas y se podía tocar estrellas de mar. Sin embargo, lo más destacado fue la posibilidad de tocar pequeños tiburones y rayas, lo cual fue bastante interesante.
Después regresé a Hollywood. Me bajé una estación antes y caminé hacia el Parque Griffith. En el camino compré algo de comida asiática y me senté en un prado. Después de cenar, subí la colina hacia el observatorio donde primero pude echar un vistazo a Venus. La imagen era comparable a un cuarto creciente, aunque más pequeña, sin contornos en la superficie y con un cielo azul claro de fondo. Luego, también vi la puesta de sol. La vista de Los Ángeles desde arriba es fantástica, pero hay mucha neblina o gases de escape sobre la ciudad, lo que limita la visibilidad. Aun así, se puede ver lo lejos que se extiende la ciudad y así también se entiende dónde viven los 15 millones de habitantes.
La mañana siguiente, dejé el albergue y tomé un autobús a San Diego. Se notó de inmediato que no hace tanto calor en San Diego como en Los Ángeles, a pesar de que está más al sur. Todo el viaje duró alrededor de 4,5 horas. Fui al albergue y después no hice mucho más. El albergue estaba decorado de manera muy interesante, con muchas fotos en las paredes, muy acogedor.
Las fotos, lamentablemente, de nuevo desordenadas...