Publicado: 18.11.2016
Después de un interminable viaje en autobús, finalmente llegamos al terminal en Arequipa tras sentir que habíamos dado mil rodeos. A pesar de un retraso de aproximadamente una hora, nos esperaba la dueña del hostel. Compartimos el taxi con alrededor de 100 litros de agua y llegamos así muy cómodamente a Marlons House, nuestro hostel.
A pie, exploramos el centro de la ciudad y el Mercado Camillo. El mercado se encuentra en una sala techada y se puede encontrar de todo, desde frutas hasta pan y carne, así como bolsos y suéteres. El almacenamiento, especialmente de la carne, era algo peculiar, pero disfrutamos de la animada atmósfera. En la tarde visitamos el Museo de Juanita, una niña inca de unos 12 años, que fue sacrificada en el volcán y que, gracias al glaciar, todavía está completamente conservada.
El domingo por la mañana lo pasamos en el Monasterio de Santa Catalina. Este es el primer convento de la colonia española en Arequipa, un enorme complejo con muchas casitas en su interior. Nos sorprendió cuánto había estado todo el orden regido por el dinero. Disfrutamos del almuerzo en una picantería, un restaurante típicamente arequipeño. Para probar todas las especialidades, pedimos un enorme plato para compartir. La comida fue excelente. Después, visitamos partes desconocidas de la ciudad en una Free-Walking Tour.
Los siguientes tres días los pasamos en el Cañón del Colca. Con un grupo de lo más variopinto, nos dirigimos al cañón. Primero observamos a dos cóndores planear por el aire y luego empezamos a caminar hacia la garganta. La primera noche la pasamos en un pequeño alojamiento en medio del cañón. Nuestro guía nos explicó mucho sobre los incas y sus predecesores. El segundo día, caminamos hacia Oasis, un lugar de descanso con piscina y palmeras. Allí pudimos relajarnos y prepararnos para la subida a Cabanaconde. En la mañana del tercer día, comenzamos la subida y fuimos recompensados con un desayuno en Cabanaconde. En el camino de regreso, hicimos algunas paradas en diferentes miradores sobre el valle del Colca y el volcán activo Sabanacayo. También hubo una breve parada en aguas termales, así que no tuvimos ni dolor muscular.