Publicado: 24.02.2021
Miércoles 16.06.2010 – Cape May
Una molesta mosca me despierta a las 6:30h. ¿Por qué no vuelan a los obstáculos, zapatos o al inodoro, sino siempre a la cara? Me quedo medio dormido y escucho un audiolibro, pero luego me levanto y escribo las últimas postales. He escrito 56 en cuatro semanas. No está mal.
Aunque se pronostica mal tiempo, hace sol y es muy agradable gracias a la brisa del océano. Desayuno un momento con vista a la playa, el faro y el agua, y luego camino una hora por la playa, con la esperanza de ver delfines. Hoy, sin embargo, sin éxito. Busco un banco con vista a la playa, pero después de una hora más, me rindo y camino por el paseo marítimo, me tomo un café con leche y observo la actividad a mi alrededor.
Se está nublando de nuevo y cuando llego al hotel, comienza a llover fuertemente y a haber relámpagos. A las 17:00h apenas se ve nada.
La lluvia ha terminado, pero dejó una espesa niebla sobre el mar que rueda hacia la calle. Así que empiezo a empacar la mayoría de las cosas y peso las maletas. Todo en el rango aceptable. Como la ensalada de ayer, que no está muy buena, y las moras restantes con yogur de vainilla (¡rico!). A las 19:00h doy una vuelta, paso por la farmacia y encuentro unas gafas de lectura plegables y algunas tarjetas de cumpleaños divertidas. Ha llegado la hora de las últimas compras (sin sentido). Cuando salgo, la niebla se ha disipado por completo y hay incluso una puesta de sol decente. Sin embargo, ha hecho considerablemente más frío, estimando que solo hay unos 22°C y hay viento. Estoy sentado en pantalones largos y chaqueta de forro polar frente a mi habitación en mi silla de playa y leo.