Publicado: 01.09.2016
Como prometido, informe de un día típico en la escuela de circo. La descripción podría aplicarse a prácticamente cualquier lunes, martes, miércoles y jueves.
Por la mañana, generalmente me despierto bastante temprano por la luz y los ruidos. Cuando miro por la ventana trasera, puedo ver a las vacas del vecino pastando justo detrás de mí (aquí no existen prados cercados). Generalmente, me apresuro a ducharme en la ducha exterior cubierta, antes de que los muchachos se despierten.
Para desayuno, siempre me preparan comida, generalmente hay diferentes combinaciones de Gallo Pinto (arroz y frijoles - lo más delicioso del mundo), tortillas, huevos y plátanos fritos (¡aleluya!) - aunque a veces hay panqueques, muesli o sándwiches.
Después del desayuno, llega la llamada hora verde - creo que es un invento de la casa - en la que los demás voluntarios aún no han llegado, la temperatura es bastante agradable y todos aún están un poco adormilados. Generalmente, paso la hora verde acariciando gatos o leyendo un poco en la hamaca.
A las diez, llegan los demás voluntarios y lentamente comenzamos a trabajar de manera relajada. Esta mañana lo capturé todo con mi cámara y, en mi opinión, reflejó bastante bien el ambiente. De ahí surgió el primer pequeño video desde Nicaragua - puedes verlo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=irmifD23lpQ (El de Panamá también llegará pronto, ¡prometido! Hubo algunos problemas técnicos que ya se han superado.)
Antes del almuerzo, se pone en marcha todo de nuevo. A partir de las 11, siempre llegan algunos niños, que se entretienen con zancos y monociclos o aprenden algo nuevo, si uno de los artistas o voluntarios tiene tiempo. Sin embargo, también hay mucho que hacer dentro y alrededor del albergue; ayer, por ejemplo, decoré las puertas del baño junto a Vera, hoy ayudé a colocar una tubería para la recolección de aguas pluviales.
Luego hay enormes y deliciosas montañas para almorzar, siempre acompañadas de limonada casera, ya sea con limones o carambolas del jardín - ¡muy sabroso y refrescante!
Después de una pequeña siesta, volvemos al trabajo, dando talleres para los niñitos o haciendo lo que sea necesario. Además, también es momento para nuestro propio entrenamiento. En este momento, mi prioridad es mejorar en la cuerda floja y aprender a hacer malabares, pero también hay acrobacias en mi agenda.
Después de entrenar hasta que los músculos están cansados o el sol se pone, hay cosas divertidas como clases de inglés, ejercicios de teatro y sesiones de fotografía al atardecer.
A veces simplemente nos sentamos juntos en la última luz de la tarde, escuchando música y charlando sobre Dios y el mundo (o, en mi caso, escuchando más que hablando por ahora). Luego se cena, se juega una ronda de UNO, se charla más y se escucha música, y generalmente soy una de las primeras en dirigirse a la cama.
¡Espero que con la ayuda de este texto, fotos e incluso un video, hayan podido hacerse una idea de un día típico en Granada! Hasta la próxima entrada del blog - ¡hasta luego!