Publicado: 23.02.2022
Villa de Leyva, un encantador pueblo colonial a dos horas al norte de Bogotá, prometía principalmente tranquilidad, y esta promesa se cumplió sin dificultad. A diferencia de otros pueblos coloridos, en Villa de Leyva predominaban casas encaladas con techos de teja y una plaza principal de dimensiones desmesuradas, supuestamente la más grande de América Latina.
Pasé el día con Ira, a quien ya conocía de Bogotá y que también llevaba meses viajando. Ascendimos a una de las cimas circundantes, desde donde se podía ver a lo lejos. Naturaleza, largas conversaciones que luego continuaron en una cafetería con pastel, un casco antiguo casi desierto, una tranquilidad austera, una breve tormenta por la tarde... en resumen, un día suave que se sentía muy bien.
Por la noche, una porción de pizza, intercambio con los compañeros del hostal y a la cama.