Publicado: 23.06.2017
Queridos sureños,
¡tenéis tantos talentos, tantas cosas de las cuales estar orgullosos! Eso comienza con vuestros limpios pueblos y aldeas, se extiende a través de vuestra perfectamente desarrollada red de transporte (a diferencia de Deutsche Bahn, los trenes y autobuses aquí son puntuales) y termina en vuestra cultura asociativa: los éxitos en el deporte y la música os dan la razón: ¡sois una región cultural!
Además, vuestra comida es incomparable: ya sea cualquier tipo de Knödel (yo prefiero de albaricoque), Schlutzkrapfen o vuestra tabla de quesos, nada de lo culinariamente elaborado os es ajeno. Solo espero que tras estos 3 meses aquí no vuelva 10 kilos más pesado!
Una cosa, sin embargo, no podéis hacer - para mi gran pesar - lamentablemente: hornear pan. ¿Qué os pasa? Como nací en Alemania, sé de lo que hablo. Nuestros panes son incluso tan famosos que en 2014 fueron declarados patrimonio mundial por la UNESCO. Pero no quiero presumir, sino preguntaros abierta y sinceramente: ¿cómo conseguís mantener todos los dientes sanos con vuestros productos de panadería? Y aunque no tengáis aún los de la tercera edad, ¿no se os seca la boca de todos modos? El speck tirolés es jugoso, las manzanas tirolesas también son jugosas. Pero vuestro baguette evoca imágenes del desierto de Somalia ante mis ojos interiores. No importa qué panadería he visitado aquí en mi desesperada búsqueda de un delicioso pan de centeno, integral o simplemente pan gris, ¡siempre fue el mismo drama! Todo lo que recibí de las - siempre encantadoras - camareras fue algo parecido a una torta que no se podía cortar de manera decente, y mucho menos masticar. Un consuelo débil es que mi especia favorita, el comino, se utiliza en abundancia aquí - al menos eso. Sin embargo, ¡vuestro potencial está lejos de estar agotado! Quien puede hornear galletas con caras divertidas, ¡debería poder hacer algo comparable con el pan! Estaré encantado de familiarizaros con maestros panaderos alemanes, para que así todos puedan beneficiarse del intercambio cultural y culinario en el futuro. Podréis a cambio enseñarnos cómo cultivar vino de manera adecuada - o en general cómo preparar una comida disfrutada, porque allí hay carencias evidentes en Alemania.
Espero que no toméis mi crítica demasiado mal. Pero tal como os evalúo, siempre estáis dispuestos a mejorar y a desarrollaros. Así que ¡a la panceta.. eh.. masa..!