Publicado: 13.02.2019
Hemos querido ir allí durante tanto tiempo. Y ahora, por fin lo hemos conseguido. Pulau Ubin. Una pequeña isla de Singapur, donde el tiempo parece haber quedado detenido en los años 60. En la isla viven apenas 100 habitantes en pequeñas cabañas. Auténtica y virgen. Todo es muy tranquilo y de alguna manera muy diferente a la rápida y moderna Singapur. La vida aquí parece tener un ritmo diferente, la naturaleza casi inexplorada.
Primero tomamos un autobús hasta el terminal de ferry. Al llegar, esperamos a que se reunieran 12 personas para que el barco pudiera cruzar. Solo el trayecto de 10 minutos en el pequeño barco de motor fue genial y a Jakob le encantó cómo el barco saltaba sobre las olas.
Al llegar a Pulau Ubin, nos encontramos directamente en el centro del pueblo. Un restaurante de mariscos, varias tiendas de alquiler de bicicletas. Eso era todo. Los residentes, en su mayoría mayores, estaban cómodamente sentados en sus sillas, conversando y tomando té juntos. Ya aquí en el pueblo, realmente solo había un puñado de personas visibles. Alquilamos dos bicicletas con un asiento para niños y comenzamos a pedalear. Los caminos eran en parte pavimentados, en parte simples caminos de grava. Pasamos junto a algunas casas escondidas que parecían de otra época. En los jardines se cultivaban frutas y verduras. Los coches eran escasos, ya que la isla realmente no es muy grande.
Pedaleamos a 33 grados a través de la selva y pronto la primera manada de monos salvajes bloqueó el camino. La primera vez estábamos un poco asustados y nos detuvimos. Ya conocíamos monos salvajes de Bali, donde realmente son agresivos y ladrones. En aquel entonces, se nos recomendó que nos vacunáramos contra la rabia... pero las siguientes veces ya fuimos más valientes y simplemente pasamos junto a ellos. Aun así, con una sensación inquietante de que en cualquier momento podríamos ser atacados. Sobre todo porque también teníamos comida con nosotros. Y eso también atraía a los jabalíes. Vimos realmente muchos a la orilla del camino o directamente en el camino delante de nosotros. Una vez, una manada entera cruzó justo delante de nosotros, de derecha a izquierda. Definitivamente es impresionante lo cerca que se pueden estar de los animales aquí. También vimos mariposas enormes y escuchamos los cantos de los pájaros más bellos. Vimos manglares y enormes palmeras.
También hicimos paradas en un templo, una torre de observación y para nuestro picnic hicimos una parada en el Santuario de la Chica Alemana. Allí también nos visitó un jabalí, que seguramente esperaba recibir algo.
En total, estuvimos aproximadamente 4 horas pedaleando. Colina arriba, colina abajo. En realidad, esperaba un dolor muscular horrible. Pero como soy tan deportista, afortunadamente eso no sucedió............
Fue un día realmente hermoso en la isla y si alguna vez volvemos aquí, seguramente regresaremos a Pulau Ubin.