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Día 5 - 7 (01. – 03. de febrero) – Kaikoura, Mangamaunu

Publicado: 05.02.2020

Día 5

Nuestra primera mañana en la autocaravana comenzó a las 5:30 a.m. Mattis, después de 13,5 horas de sueño, estaba comprensiblemente descansado. Bueno, ¿qué se le va a hacer? Yo también estaba despierto de alguna manera y la idea de levantarme no me parecía tan mala. Así que, de inmediato, tuvimos desayuno. Tim nos preparó a todos frijoles al horno y tostadas, y Mattis se enamoró de la salchicha de carne neozelandesa de inmediato. Además, un buen café hizo que la primera mañana fuera perfecta. Afuera hacía un día agradablemente cálido. Tim, Lea y Mattis se fueron a explorar la zona y recogieron conchas en la playa (que Mattis me presentó con gran orgullo después). Mientras tanto, empecé a organizar nuestras cosas en la autocaravana. Actualmente, aún tropezábamos con nuestras maletas. Después de organizar las cosas, debo decir que realmente hay mucho espacio en esta autocaravana. Aquí se puede vivir maravillosamente durante 3 meses.

Por la mañana, nos dirigimos hacia Kaikoura, una ciudad a 2.5 horas al norte de Christchurch. El camino fue muy bonito y variado en cuanto a la naturaleza. A Lea no le gustó mucho el trayecto y, desafortunadamente, no pudo dormirse sin la ayuda de mamá. Así que, rápidamente, cambiamos los asientos del auto: Mattis se fue al asiento del pasajero y yo me fui atrás con Lea. Entonces, lamentablemente, Mattis no pudo seguir durmiendo, ya que la vista al frente con las cabras, ovejas... era demasiado emocionante.

Kaikourabay - Vista desde nuestra autocaravana
Kaikourabay - Vista desde nuestra autocaravana

Al llegar a Kaikoura, buscamos un camping de libertad en la península. Esta vez estacionamos en primera fila, justo al lado del mar. ¡Qué vista y qué clima soñador (sol a raudales y 28 grados)! Se podían ver losas blancas en el agua, lo que realmente se veía hermoso. Pero estábamos aquí por las focas, que se pueden encontrar cerca. Hicimos una pequeña caminata hacia Point Kean, la colonia de focas: Mattis en la mochila y Lea en el portabebés. Allí se podía caminar sobre las losas expuestas para observar a las focas. Y, efectivamente, pudimos verlas de cerca. Lo mejor fueron los muchos bebés focas que caminaban en sus pequeñas aletas, emitiendo dulces sonidos, chapoteando en el agua y mamando de la

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