Publicado: 04.11.2019
En nuestro viaje a Cano Negro, vemos innumerables plantaciones de piñas. Todos amamos estas deliciosas frutas.
Sin embargo, es un hecho triste que el cultivo de piñas sea a la vez una bendición y una maldición para Costa Rica, y podría convertirse en una grave amenaza para el clima del país.
Primero, aprendemos que la piña no es una fruta, sino una flor. Lo que nos gusta comer es el estigma de la flor.
La exportación de piñas genera miles de millones para Costa Rica cada año. Solo unos pocos agricultores tienen aquí un monopolio en el cultivo de piñas.
Las áreas de cultivo están creciendo cada vez más y eso podría convertirse en un problema.
En Costa Rica, el uso de pesticidas en la agricultura está prohibido. A los agricultores de piñas les importa poco, y así los pesticidas llegan a los ríos y dañan el ecosistema.
Sin embargo, el segundo punto es aún más dramático.
El volcán Arenal en la zona de La Fortuna es muy importante para el agua subterránea. Alrededor del Arenal se forma regularmente un anillo de nubes a 900 metros. Aquí las nubes dejan caer la lluvia, el agua no puede filtrarse a través de la roca volcánica y se forman innumerables manantiales, que son absolutamente esenciales para el abastecimiento de agua del país.
Debido al cultivo extensivo de piñas, se evapora demasiado humedad en el calor extremo. Esto provoca que las nubes se eleven. Si esto continúa, el anillo de nubes alrededor del Arenal a 900 metros desaparecerá. Un día, las nubes pasarán por encima del volcán sin dejar caer lluvia. Eso tendría efectos catastróficos en el suministro de agua del país.
El gobierno es consciente del problema. Desafortunadamente, como suele suceder, aquí solo cuentan los intereses financieros de los agricultores y los ingresos multimillonarios del país a través de la exportación de piñas. Un boomerang que podría golpear al país con toda su fuerza.