Hoy fue el primer día en el que pudimos dormir hasta tarde. Sin embargo, nos despertaron temprano los sonidos de la naturaleza. Nuestra cabaña no tenía ventanas de cristal, solo mallas mosquiteras. Así que en la noche escuchamos los ruidos de la selva para dormir y por la mañana despertamos junto con los pájaros de Montezuma que anunciaban el nuevo día con sus voces no tan agradables.
Después del desayuno, tomamos la lancha de regreso de nuestra cabaña en Tortuguero.
Después de un agradable paseo en bote de una hora, continuamos durante otra hora en autobús hasta Guapiles, donde después del almuerzo recogimos nuestro coche de alquiler.
Para los 120 km hasta nuestro próximo hotel, necesitábamos un buen par de horas, porque en las carreteras del campo solo se permitía conducir a 60 km/h. El giro también resultó un poco complicado, ya que parece que no existen reglas claras de prioridad: quien cree que tiene prioridad pasa primero - y rara vez es un turista en coche de alquiler…
Finalmente, llegamos a La Fortuna, que está justo al lado del volcán Arenal.
Era demasiado tarde para una caminata por la zona, porque oscurece temprano.
Así que aprovechamos las aguas termales de nuestro hotel y nos relajamos en el agua caliente.
Mientras estábamos sentados frente a nuestro bungalow por la noche, recibimos la visita de un gato que pasaba buscando algo de comer.
No había nada para ella en nuestra casa, pero aún así se acomodó en mi regazo...