Publicado: 05.08.2018
Para este día está programada una caminata por la mayor meseta de Europa, el Hardangervidda. Su superficie es de 8000 km² y la altura media sobre el nivel del mar es de 1200 m - 1400 m. En nuestra primera caminata desde Kinsarvik, ya habíamos estado en el borde inferior de la "Vidda", pero lamentablemente no logramos llegar hasta arriba. Antes de seguir adelante, queremos aprovechar esta experiencia una vez más. Lamentablemente, el clima es más lluvioso por la mañana de lo que el pronóstico había anticipado, aunque se espera que despeje después del desayuno, así que seguimos adelante.
La caminata comienza en Ullensvang cerca de Kinsarvik y empieza con una subida relativamente steep que parece no tener fin. Después de un tercio de la subida, empieza a llover intensamente, lo que afecta un poco el ánimo. No obstante, seguimos caminando estoicamente, y cuando comienza la llamada “escalera del monje”, el último tercio del camino hacia arriba, estamos empapados a pesar de la ropa de lluvia. Es difícil decir si es por sudar o porque la ropa tiene fugas. Después de tres horas y media llegamos a la cima y hacemos una muy merecida pausa. A nuestra derecha hay un profundo corte en la ladera de la montaña con paredes de roca que descienden casi verticalmente, por donde cae una cascada. De repente, vientos traen una densa niebla desde el corte, que parece surgir de la nada. En un instante estamos envueltos por ella. Después de la pausa, subimos los últimos metros hacia la Vidda, y finalmente se me abre la vista del paisaje que he estado pensando durante días, cuyo nombre suena tan místico en mis oídos. Y místico es. Terreno rocoso, cubierto exclusivamente por líquenes y plantas bajas y cubresuelos como los arándanos, musgo y líquenes de reno. Por todas partes fluye y salpica agua, que se acumula en charcas más pequeñas y grandes, lagos y estanques. Densa niebla se arrastra sobre la llanura, donde una visibilidad de quizás cien metros puede convertirse en una sopa turbia en solo cinco segundos. De vez en cuando, el sol se asoma brevemente, pero solo de forma sugerente. La roca, en su estado húmedo, es muy resbaladiza, incluso con botas de montaña, y así, por primera vez, nuestros bastones de senderismo se convierten en una gran inversión. Por cierto, aquí arriba no hay señales como las que se conocen. En intervalos irregulares, se apilan pequeños y grandes montones de piedras, muchos de ellos marcados con una