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Paisas y café

Publicado: 14.08.2017

¿Qué es lo primero que se les viene a la mente cuando piensan en la ciudad de Medellín? Probablemente algo relacionado con Pablo Escobar, drogas y alta criminalidad. Todo eso queda unos años atrás y la Medellín actual apenas tiene que ver con ello. Hoy en día, es una moderna metrópoli con amables habitantes, situada en un hermoso valle, con un elegante metro y una criminalidad similar a la de otras ciudades de la zona. De todos modos, ¡nos sentimos muy seguros y cómodos aquí!

Además, tenemos suerte, porque el festival anual de las flores (la feria de las flores) se celebra justo cuando llegamos. Medellín es conocida como la ciudad de la eterna primavera gracias a su clima agradable, y hay muchas flores, ¡lo que se celebra cada año en la mayor festividad de la ciudad! Esta celebración tiene ya una tradición de 60 años, se realizan muchos eventos y espectáculos durante la semana festiva, toda la ciudad se siente festiva y el punto culminante es el 'desfile de los silleteros', donde millones de personas se reúnen para admirar las hermosas obras de arte floral que tradicionalmente se transportan en una especie de silla sobre la espalda de los silleteros. Sin embargo, hay que pagar por los buenos lugares para sentarse y los buenos lugares de pie se ocupan temprano, así que tendremos que conformarnos con malísimos lugares para ver de pie y de puntillas echar un vistazo al espectáculo!

Artísticamente, Medellín tiene aún más que ofrecer, ya que el pintor y escultor Botero, famoso por sus exuberantes esculturas, nació aquí. En la plaza central de la ciudad se exhiben varias de estas esculturas que representan, a nuestro parecer, de alguna manera el ideal de belleza femenina que aquí prevalece en parte. 😉 Además, en Medellín es notable que se utiliza un teleférico como medio de transporte público para acceder a los barrios que están en las laderas de las montañas. Desde allá arriba se tiene una vista espectacular del valle en el que se encuentra la ciudad. También en uno de los cerros de la ciudad se encuentra el pueblito paisa, una reproducción del antiguo Medellín; en realidad no es muy digno de ver, ya que es simplemente una reproducción, pero también desde allí se puede sentir la magnitud de la ciudad. Por cierto, los habitantes de la ciudad y la región se llaman paisas.

Nos acostumbramos relativamente rápido al hecho de que aquí te llaman 'cariño', 'amor' o 'hermosa' frecuentemente por extraños en la calle, especialmente por cajeras o vendedoras, y que todos están a nuestra disposición ('a sus órdenes'); esto es casi norma aquí. Sin embargo, en Medellín, un vendedor de jugos fue un poco extremo cuando fui a comprarle un jugo de caña (guarapo), me acerqué a su puesto y él dijo 'a sus órdenes mi reina', que se traduce como 'a sus órdenes, mi reina' no en tono irónico, sin malas intenciones (David estaba presente), simplemente era una cortesía exagerada.

Desde Medellín nos dirigimos a Salento, en la zona cafetera de Colombia. Salento es súper turístico, por lo que nos alegramos de que nuestro alojamiento esté en una colina, a las afueras, con tres perros y un caballo, lejos de todas las fincas de café. Aquí llevamos un ritmo muy tranquilo, recuperándonos de las últimas semanas llenas de emociones, hermosas, pero también agotadoras, durmiendo y leyendo mucho, disfrutando de la tranquilidad y del buen café. Una mañana caminamos hacia la finca de café más cercana y nos explican algunas cosas interesantes sobre el proceso de transformación de la planta de café hasta convertirse en esa deliciosa bebida caliente. Después de un buen tiempo, también hacemos una caminata, ¡lo que se siente muy bien! Caminamos por el valle de Cocora, que se asemeja un poco a Alemania o Suiza, ¡si no fuera por estas enormes palmas de cera y los encantadores colibríes! ¡Una hermosa caminata!


De Cartagena nos movemos hasta Medellín en bus. Allí nos alojamos en un bonito hostal en el barrio del Poblado. Medellín nos ha parecido una ciudad muy bonita con muchas cosas que ofrecer. Atrás queda esa fama de ciudad con delincuencia donde Pablo Escobar tenía su feudo. En ella visitamos su centro lleno de vida y estatuas de Botero, que nació en esta ciudad. La ciudad también cuenta con un teleférico para acceder a las partes más altas y desde las cuales se tienen vistas privilegiadas de la misma.

Durante nuestro tiempo allí, da la casualidad de que se celebra la feria de las flores, la festividad más grande de Medellín. La parte más importante es el desfile de los silleteros, donde desde hace 60 años los campesinos de un pueblo llamado Santa Elena bajan a Medellín para mostrar las obras de arte que han realizado con flores y que llevan a cuestas. Realmente no pudimos ver casi nada del desfile, ya que había muchísima gente intentando hacer lo mismo y no cabía un alfiler más. También tuvimos tiempo de visitar el pueblito paisa, una reproducción del tipo de aldea tradicional de Antioquia, la región donde se encuentra Medellín.

De allí nos dirigimos al pueblito de Salento, en la zona cafetera de Colombia. El pueblito se ha convertido en los últimos años en un centro turístico, y debido a la cantidad de gente nos alegramos de haber reservado un hostal a las afueras, con unas bonitas vistas sobre el valle. Uno de los días visitamos una plantación de café, donde nos enseñan la finca y nos muestran todo el proceso de producción del café. También nos dan a probar su café y, aunque yo no soy cafetero, he de admitir que estaba bastante bueno.

Otro día hacemos senderismo por el valle de Cocora y paseamos por el bosque nublado, donde podemos ver muchísimas mariposas y distintos tipos de colibríes. También subimos a lo alto del valle con unas vistas geniales. Ya bajando pasamos por la zona más representativa de Cocora: las praderas con las enormes palmas de cera.

En resumen, ¡Medellín es una ciudad formidable y el valle de Cocora, a pesar de lo turístico que es, merece una visita!

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