Publicado: 06.02.2023
Después del Lago Atitlán, tomamos un autobús hacia el norte de Guatemala, hacia Flores.
Flores es una ciudad al borde de una vasta selva que se extiende hasta el sur de México. Nos alojamos en la Isla de Flores, una isla en medio del lago Petén Itzá. Es una pequeña y encantadora isla con muchas casas coloridas y el encanto de una ciudad selvática. Desde nuestro albergue, podíamos salir en canoa directamente al lago.
Esta área fue habitada desde tiempos antiguos y formó parte del gran imperio maya. La capital era Tikal y albergaba alrededor de 50,000 personas. Después de la caída del imperio, que aún no se ha explicado del todo, la ciudad fue reclamada por la selva y redescubierta en el siglo XIX.
Muchos de los impresionantes templos se han conservado bien gracias a exhaustivos trabajos de restauración. Al pasear por las calles de Tikal o al subir a los templos, uno se siente transportado en el tiempo. Aún hoy, en importantes festividades como el solsticio de verano e invierno, los equinoccios y también en luna llena y nueva, los descendientes de los mayas celebran rituales. Tuvimos suerte de poder asistir a una ceremonia de celebración entre el gran templo del jaguar y el templo de las máscaras durante nuestra visita.