Publicado: 16.12.2019
El viaje de regreso desde la costa caribeña a la capital, al igual que en la ida, tuvo muy poco que ver con el confort; esta vez se sumó el estilo de conducción extremadamente rápido del conductor del autobús, gracias al cual uno se sentía, en los asientos traseros, casi pegado al techo. Antes de partir, además, nos rogaron (una vez más) de una manera muy incómoda por dinero: el tipo que cargó nuestras mochilas quería exclusivamente dinero de nosotros (todos los demás pasajeros también tenían equipaje que él cargó) y nos siguió por el autobús hasta los últimos asientos.
Como se nos había acabado un poco el tiempo debido a las Islas Corn, tuvimos que decidir si hacer un tour por un volcán o quedarnos dos noches en Managua para hacernos un tatuaje; sin embargo, no pudimos resistirnos a la tentación de un nuevo tatuaje ;) Para Managua habíamos reservado dos noches en un Air BnB cerca del estudio de tatuajes, en casa de una amable familia con un dulce perro llamado John. Por otro lado, no estábamos especialmente motivados para explorar mucho la ciudad. De hecho, solo salimos de nuestro pequeño apartamento para comprar y para el tatuaje. Y eso resultó ser ya bastante agotador: por alguna razón, la zona residencial alrededor de nuestro Air BnB estaba acordonada por la policía (de hecho, teníamos la impresión de haber aterrizado en una zona muy tranquila) y tuvimos que enfrentarnos como los únicos idiotas CADA ÚNICA VEZ a una divertida ronda de preguntas con varios policías cada vez que salimos del apartamento. Desde '¿de dónde vienen y qué hacen aquí?' las preguntas iban desde '¿cuánto pagan por su alojamiento?' (¿qué demonios les importa?). En ocasiones nos hicieron esperar para que sus superiores pudieran venir a hacernos las mismas preguntas otra vez. Además, era difícil porque ninguno de los policías conocía Air BnB y todos querían enviarnos al hotel más cercano. También fue notable que ni siquiera la policía consigue tratar a hombres y mujeres por igual; Paddy siempre recibió la mano, yo nunca, además nunca me preguntaron mi nombre, sino que sólo a Paddy. De todos modos, todo nos pareció muy arbitrario; mientras esperábamos y nos bombardeaban con preguntas, tanto peatones como conductores entraban y salían de la zona acordonada sin problemas, sin que a ninguno le preguntaran su nombre. Nuestros tatuajes valieron la pena las dos noches en Managua, a pesar de que Paddy estuvo 'muriendo' mil muertes durante el tatuaje :D
Para nuestro viaje de Managua a San José nos dimos el lujo de un autobús directo, ¡con aire acondicionado, espacio para las piernas e incluso Wi-Fi! Un sueño después de los salvajes viajes en los 'chicken buses'. Afortunadamente, el cruce de frontera fue sin problemas y por la tarde ya estábamos en San José, donde pasamos una noche. Después de una cena en un restaurante chino más o menos bueno (yo tuve un plato vegetariano con carne, algo diferente), nos dirigimos directamente al dormitorio del albergue para levantarnos emocionados en la mañana siguiente y dirigirnos a la estación de rescate de perros.