Publicado: 23.07.2017
Con la tienda de campaña desempaquetada, ropa recién lavada (increíble, ¿verdad?) y el tanque lleno, esta mañana salimos de Alemania cruzando la frontera danesa hacia Copenhague. El cruce fue horrendo en ocasiones debido a las carreteras congestionadas y la lluvia torrencial. A veces apenas podíamos ver a través de las ventanas y mientras Leon dormía, en el último momento pude distinguir la señal de peaje. 33 euros más ligeros, llegamos a nuestro alojamiento para las próximas dos noches: dos habitaciones, cocina, baño en el departamento de Michal a 20 minutos del centro. Se note el uso del espacio en el baño de 1m², a diferencia de la espaciosa sala de estar y dormitorio con techos altos, suelos de madera, dos sofás y grandes ventanas. Según Michal, esta es una priorización típicamente danesa. La lluvia nos mantuvo esa noche en nuestro hogar temporal, seco y cálido, con Wi-Fi, cocina y agua corriente. Después de un plato principal de pasta de lata, un postre de gomitas en tamaño maxi, cuidadosamente preparamos el día de mañana y dejamos que la noche terminara de manera acogedora con una película.