En Peja pasamos solo una noche en nuestro viaje por Kosovo. Dado que en varios artículos y también en nuestra guía de
Kosovo se nos aconseja no salir de las carreteras oficiales en Kosovo, esta vez evitamos buscar estacionamientos escondidos o caminos rurales en la naturaleza. El peligro de pisar viejas minas de guerra parece ser todavía demasiado grande... Así que nos pusimos a buscar un hotel en Peja. También había algunos, aunque algunos de ellos en el centro de la ciudad eran relativamente caros: 50 euros por una noche, lo que superaba nuestro presupuesto de viaje. Así que fuimos a la estación de tren y allí encontramos una habitación de hotel poco atractiva en un hotel para fumadores, justo a la orilla de la calle, por 20 euros la noche. Delante del hotel había un pequeño cachorro muerto en la calle, que me dio tanta pena que quisimos enterrarlo a la mañana siguiente (pero ya no estaba allí...). Esa noche, de hecho, había tenido suficiente del viaje. El ruido, los muchos olores de la ciudad (gases de coches, basura plástica, ventas callejeras de comida), en el hotel (¡cigarrillos!), el perrito muerto y también la pobreza que llevamos viendo durante semanas, me afectaron mucho (y también al estómago...) y me di cuenta de qué suerte y qué injusticia es que simplemente seamos nacidos en nuestra prosperidad. En las semanas en Macedonia,
Albania y Kosovo, mis pensamientos giraron mucho en torno al lujo y al nivel de vida ...
Al día siguiente, Floh salió en busca de nuestro autoadhesivo obligatorio con el escudo o bandera del país, postales y desayuno, y estuvo explorando un poco la ciudad mientras yo seguía trabajando en mi tesis de maestría en nuestra cómoda habitación de hotel (jaja).
Más tarde, Floh me contó que tuvo un encuentro muy agradable e interesante con un caballero mayor que había vivido y trabajado durante mucho tiempo en Austria y Alemania, y que había notado los problemas de idioma de Floh al hacer su pedido en la panadería y lo ayudó. (Aquí, muy pocos hablan inglés...) Más tarde, ambos buscaron la oficina de correos y el hombre le contó a Floh mucho sobre la guerra de Kosovo, sobre el conflicto con los serbios, la vida en Alemania, etc. ... Incluso lo invitó a un café y le dio su número de teléfono en caso de que volviéramos a Kosovo.