Publicado: 10.03.2018
¡Qué calor hace! Apenas es soportable. Y se supone que va a hacer aún más calor. Ya he bebido al menos 3 1/2 litros y el día todavía no ha terminado. Por la noche me despierto porque tengo sed. Cuando pedaleo hacia el proyecto, mis gafas de sol se me caen de la nariz, así de sudoroso estoy. Ya tengo los ojos un poco inflamados por el ventilador en mi habitación, pero sin él no puedo, es impensable.
Al chico de la foto parece que tampoco le va tan bien, de todos modos parece que se le ha caído un poco la cabeza. Lleva unos bonitos tapones de cartón, la armazón está envuelta con restos de espuma y tela, por no decir -trapos. Podría tener un poco más de grasa en las costillas. Los carromatos de caballo forman parte del paisaje urbano, no solo los taxis pintados de blanco para los paseos por la ciudad. A veces se ven caballos sueltos con las piernas delanteras atadas de manera laxa al borde de la carretera, donde tienen que buscar su comida ellos mismos, también aquí en la ciudad. De vez en cuando uno se queda en medio de la calle, pero a nadie le molesta. Entonces simplemente se da un rodeo alrededor del caballo. Lo mismo ocurre en general con el tráfico. Los taxis se detienen de repente para dejar subir o bajar a los clientes. O un conductor se detiene brevemente para hablar con un conocido. Las bicicletas circulan por el lado equivocado de la calle, porque hay sombra allí -o menos baches. Yo también lo hago ahora. Nadie insiste en su derecho de paso o se molesta por el que está delante, que aún deja pasar a la abuelita temblorosa. Se adelanta por la derecha y por la izquierda, como mejor convenga, y se envía un mensaje de WhatsApp al mismo tiempo. Aquí se toca la bocina permanentemente -pero de manera muy relajada.
Espero poder llevar un poco de esta tranquilidad por el Atlántico.