Publicado: 10.06.2022
Así que, el día comenzó en el Hotel Elmira con desayuno, café y cognac para los que no conducían. La anfitriona Elmira tampoco se dejó desanimar por eso. Se puede hacer. A cambio, me regalaron la botella casi llena que quedaba para más tarde. Para cualquier emergencia o algo así.
Bueno, y luego, durante la revisión general del vehículo, había un charco de refrigerante debajo del auto. Está goteando en la brida de la bomba. Se apretó, ahora parece estar bien por ahora.
Luego nos dirigimos a Rabati, Sapara y Vardzia. Allí teníamos que visitar diversos monasterios, castillos, mezquitas y sistemas de cuevas. Simplemente miren las fotos, es muy impresionante.
El final del día es hoy en Ninotsminda, hasta allí mucho subir y bajar, muchas curvas con vistas increíbles y, por supuesto, de vez en cuando una falta de potencia espontánea del motor, que eventualmente se resuelve. Hace una semana eso me habría preocupado mucho, ahora he aprendido a vivir con ello.
Hoy hemos recorrido 197 km.
En Ninotsminda fuimos al restaurante Ararat, donde usualmente se sienta en una mesa en su propia habitación y no con otros invitados en un gran salón. Estuvo delicioso y a buen precio...
Antes, un armenio de 21 años llamado David nos habló en la calle. Habla alemán perfectamente con un acento muy marcado y parece haberse enseñado a sí mismo. Sabía todo sobre el mundo, sobre Goethe y otra literatura alemana antigua, y pudo nombrar tres lugares de interés en Dresde al instante, aunque nunca había estado allí. Además, opinaba que los EE. UU. ofrecen 100 por ciento de paz y 100 por ciento de democracia. Si él lo cree... En definitiva, una personalidad muy especial. Fue un encuentro muy interesante...
Y luego, algunos lugareños me preguntaron si quería vender la bicicleta que llevo en el techo, por si acaso. Pero de alguna manera no pude convencerme a hacerlo.