Publicado: 10.01.2017
He dejado de contar cuántas veces mi mamá anfitriona me ha dicho 'Vreni, eso simplemente tienes que ponerlo en el cajón de la experiencia de vida' después de que una vez más volví a tropezar, frustrada por la siguiente derrota que me esperaba tras la puerta de casa. Con tanta experiencia de vida, a veces desearía haber tomado el camino de estudiar en una escuela normal, conseguir un título y trabajar. Pero una hora después estoy en un nuevo lugar, habiendo gastado toda mi energía, que una vez más me quita el aliento y me hace sentir de nuevo en el paraíso.
Australia es una montaña rusa constante. Cada día el mundo se ve diferente. Justo cuando piensas que todo está bien y debería permanecer así, la vida te vuelve a hacer caer y terminas de bruces en el suelo. Y cada maldita vez sigues adelante, te levantas de nuevo, miras hacia adelante. Hay momentos en los que desearía simplemente rendirme. Momentos en los que estoy sentada afuera con mi botella de vino y tabaco, tratando de deshacerme de todas las preocupaciones financieras, todos esos pensamientos que en mi cabeza se sienten como una fiesta Holi con guijarros, aunque sea por un momento.
Y de alguna manera, todo gira en torno a ese maldito dinero. Te rompes el lomo para ganar dinero, luego la colapso en el trabajo y el empleo desaparece. Ves cómo todos tus sueños y planes se desmoronan ante tus ojos. Podría haber dado más y debería haberlo hecho. Siempre estas malditas dudas de uno mismo. Pero no hay tiempo para salir. Vreni, tienes que hacer dinero.
Maldita sea, ¿qué debería hacer?
'¿Podemos pretender que los aviones en el cielo nocturno son como estrellas fugaces?' Sí, realmente podría usar un deseo ahora mismo. Quizás 10. Nunca pensé que habría días como este en Australia. Días en los que simplemente te falta la fuerza para levantarte, noches en las que tus miedos te hacen llorar y mañanas en las que te escondes debajo de las cobijas, porque hoy necesitas sobornar a alguien para mantenerte a flote. Así no estaba planeado. Si algo he aprendido en Australia, es a cagarme en los principios o planes. Vivo por el día. Intento sacar el máximo de cada día, encontrar maneras de hacer dinero y ver algo de nuestra isla soñada.
Y ahora estoy sentada en la playa, sola con mi música en mis oídos, después de una de esas noches en las que el miedo ha tomado el control otra vez.
Es hora de recargar energías, calmarme y lentamente mirar hacia adelante otra vez. Estoy en el paraíso, el sol brilla en mi cara y el mar brilla maravillosamente en el más brillante turquesa.
Respirando hondo. Todo está bien.
Finalmente me recuesto y disfruto el momento, al menos hasta que tenga que abrir el cajón de la experiencia de vida de nuevo.