Publicado: 28.01.2017
Para empezar: mamá tenía razón. Esta mañana nos recibió un radiante sol. Motivo suficiente para ponernos en marcha y recorrer algunos kilómetros.
Debemos admitir que debido a la falta de tiempo (el clima y la salud) tuvimos que saltar una etapa con cuatro ruedas.
Elegimos Barcelos como punto de partida, una hermosa y antigua ciudad. Desde allí, caminamos 10 km hasta Tamel. Sin embargo, como en Tamel todavía estábamos de buen humor y el clima nos seguía sonriendo, simplemente continuamos.
Pasando por pequeños pueblos montañeses, viñedos, árboles de kiwi y eucalipto, así como muchos naranjos y limoneros.
Todo muy idílico. En total, hoy hemos encontrado a tal vez diez personas.
Durante el camino, Julius intentó hacerse amigo de los habitantes animales de Portugal y quería convencer a las vacas, ovejas, cabras, gallinas y perros con su naturaleza amigable. Sin embargo, hay que decir también que estas criaturas mostraron poco interés en su 'solicitud de amistad'.
En medio de todo esto, reflexionamos un poco sobre dónde pasar la noche y encontramos un bonito y pequeño hostel/hotel.
Nos recibieron con vino de Oporto y pastel de castañas y una amplia sonrisa.
La empleada del hotel no tiene rival en amabilidad.
Primero nos preguntó si quería preparar la cena para nosotros esa noche, para que no tuviéramos que salir de nuevo con la lluvia.
Nos negamos, ya que no queríamos crear trabajo adicional.
Al final, nos llevó a un restaurante donde quería cenar con su familia.
Todo esto solo para que no nos mojaramos.
Ahora estábamos sentados con tres portugueses que hablaban inglés más mal que bien en una mesa y disfrutamos de una cena simple pero buena. Hasta se rieron. Así es como se logra el entendimiento entre pueblos.
Los portugueses piensan sobre nosotros los alemanes que siempre somos los que más comemos...