Publicado: 27.10.2018
Nos habíamos propuesto relajarnos en Melbourne. Dormir hasta tarde, ir al gimnasio, simplemente vivir el día a día. Dicho y hecho. Solo que de manera diferente.
A dos largos golpes de distancia de nosotros se encuentra el Mercado Queen Victoria. Un enorme complejo de mercado.
Empezando con frutas y verduras,
pescado y carne, pan, vino, queso,
hasta camisetas, pantalones, fundas para móviles, productos de cuero
(sobre todo cinturones), jabones, souvenirs, ah no sé qué más, aquí también se ofrece comida lista para llevar.
Solo hay que meterla en el agujero de alimentación hambriento. El mercado abre a las 6:00 y Carsten también preferiría estar allí desde el principio.
Ese era el plan de ayer después de 3 cervezas. Yo diría que es el plan de Carsten, nunca fue el mío. Le había propuesto como alternativa ir al gimnasio de 6 a 8, luego pasar una hora en la sauna y recogerme alrededor de las 9:00. La sugerencia, o quizás la cerveza, fue tan agotadora que hoy decidió dormir hasta las 8:00.
Alrededor de las 10:00 finalmente habíamos recorrido la distancia de dos longitudes corporales. Paseamos por los pasillos, fila por fila. Muy agradable aquí para pasear. Rara vez te abordan si te detienes a mirar algo. No hay "¿Quieres comprar algo?". Es realmente divertido sumergirse en el mundo del mercado. No compramos nada.
Bueno, no se puede decir que no compramos nada. Al final, sí compramos un pan ciabatta, queso de oveja, gouda de cabra y aceitunas.
La espalda comenzaba a doler después de casi 4 horas paseando. No estamos acostumbrados a este ritmo lento. Aunque hoy el ritmo rápido tampoco fue para mí, lo intenté durante las 2 longitudes corporales. Carsten siempre dice: "un día de feria es peor que un día de trabajo".
¿No seremos viejos? Yo sospecho que fue por la cerveza. Eso pesa en las piernas. Esta noche seguiremos intentando demostrar mi tesis. Quizás sea por el tipo de cerveza? Veremos.
Además de cargar las compras y el dolor en la espalda, tenía que ir al baño y tenía sed. Y constantemente había un extraño susurro en mi oído. Creo que era el llamado secreto de mi cama "ven a mí, estoy caliente y suave".
Una siesta, además de una copa de vino tinto diario (que hoy tampoco tuvimos), debería aumentar la esperanza de vida.
El resto del día iniciamos el "Programa Anti-Burn-Out-Anti-Acciones-Anti-Movimiento". Simplemente no hacer nada. Fue genial, aunque no lo repetiremos mañana.