Publicado: 18.04.2019
Después de una semana completa, dejamos los Alpes neozelandeses en dirección a la costa este. Se conoce las quejas sobre las obras en las carreteras alemanas, pero al menos allí los daños se reparan lo mejor posible. Porque incluso si uno se resigna a que la doble circulación prácticamente no existe en Nueva Zelanda, queda claro rápidamente que el único carril restante no está en las mejores condiciones. Baches como en caminos de campo, tramos desprotegidos, accesos de puentes al mismo nivel, restos de deslizamientos de tierra y nuevas capas de asfalto que parecían ser simplemente las mismas piedras recubiertas de asfalto. Además, está el límite de velocidad de 100, que bajo las circunstancias anteriores se puede ver más como un desafío. No queríamos imponerle esta dificultad a nuestro Senior Odhi, por lo que viajamos tranquilamente a 80-90 km/h por el país. En el camino hacia la costa, ocurrió que un coche de policía nos siguió con la sirena encendida. Tim estaba completamente fuera de sí y no sabía qué había hecho mal o si había algún daño en el coche. Nos detuvimos en la siguiente curva. Sintiéndose seguro de no haber cometido ningún error, Tim, ya un poco molesto, esperaba el motivo del oficial de policía...
Policía: '¿Si conocíamos el límite de velocidad?'
Tim: 'Sí, 100'
Policía: '¿Por qué no íbamos a esa velocidad?'
Respuesta ver arriba + coche clásico
Así que el final de la historia, el policía nos pidió que fuéramos más rápido o que dejáramos pasar el tráfico que venía detrás más regularmente. Nuestra propia percepción era que ya estábamos intentando mantenernos a la mejor velocidad posible, sin embargo, no se presenta con tanta frecuencia la oportunidad de dejar pasar a otros vehículos en estas carreteras. También es algo nuevo que un policía te detenga y te pida que vayas más rápido.
El resto del viaje fue muy tranquilo, aunque Tim necesitó algunos kilómetros para no cuestionar más la necesidad de la advertencia. Y aquí hay algunas fotos de nuestras próximas paradas en el sureste de la Isla Sur:
Moeraki Boulders: Realmente era extraordinario cómo formados y a veces gigantes eran estas rocas. Se formaron hace aproximadamente 65 millones de años.
Paseando junto a una colonia de focas
Pajaro espátula
Península de Otago: La península de 30 km de largo y hasta 12 km de ancho tiene mucho que ofrecer. Además de las fantásticas playas, aquí uno puede observar albatros reales, pingüinos o leones marinos. Tuvimos la suerte de ver a uno de los más grandes y elegantes voladores de larga distancia del planeta, el albatros real.
Asimismo, en la península, descubrimos una enorme erosión marina.
Por cierto, pasamos la Nochevieja en Dunedin, una ciudad con un toque escocés. Fue una noche interesante, pero aquí también extrañamos, como ya sucedió en Navidad, a amigos y familiares. Nochevieja es simplemente diferente.