Publicado: 03.05.2019
Ya una buena hora después de aterrizar, finalmente teníamos en nuestro poder nuestro visado, que, por cierto, solo se colocó en el pasaporte, ya que ahí se encargarían de que no se pudiera perder un documento tan importante. Poco después brillamos con nuestra competente actuación en el cajero automático, lo que animó a algunos otros a buscar otra máquina. También allí comenzó nuestra primera caminata... por el aeropuerto... en busca de la plataforma. Estos 50 minutos bien invertidos ya dieron a nuestros pies una primera impresión de lo que aún estaba por venir. Además, conocimos los rincones más alejados y desiertos de Seúl-ICN. Solo 42 estaciones, 162 minutos y numerosos momentos de sobresalto de una mini fase de REM después, finalmente llegamos a nuestro hotel cerca del barrio de Gangnam y, por fin, 5 horas después de nuestro aterrizaje, pudimos sentir por primera vez el sol coreano en nuestra piel al aire libre.