Publicado: 15.11.2017
Antes de continuar hacia Camboya, hicimos una pequeña parada en Can Tho. Allí hay un mercado flotante en el Mekong.
Como el mercado es siempre por la mañana, nos recogieron en el hostel en taxi a las 5:15 a.m. Junto con Chiara y Marvin compartimos un pequeño bollo y tuvimos de guía a nuestro amabilísimo guía de habla inglesa, Tao. Cuando nos subimos al bote, aún estaba oscuro y disfrutamos del amanecer con un delicioso café y té. Es increíble cuántas personas ya están fuera a esas horas de la mañana, muchas de ellas haciendo ejercicio y huyendo de las altas temperaturas del día.
Después de unos treinta minutos, llegamos al primer mercado flotante. El mercado en sí consiste en varios botes de comerciantes que venden alimentos u otros productos, y por supuesto los compradores con sus botes. En cada bote de comerciante hay un largo palo donde el comerciante cuelga los productos que ofrece (por ejemplo, lechuga, papas, frutas, etc.). Por todas partes, pequeños botes venden comida. ¡También disfrutamos de nuestro desayuno en el bote!
Continuamos hacia el siguiente mercado durante aproximadamente una hora. En el camino, nuestra guía Tao nos sorprendió con una piña deliciosa que había comprado en el mercado. Sin embargo, el segundo mercado era mucho más pequeño y ofrecía principalmente frutas y verduras. Tao compró de nuevo con entusiasmo y hacemos una pequeña parada en la orilla. Allí nos mostró las diferentes frutas, algunas de las cuales no conocíamos y que tampoco se pueden comprar en Alemania, como la fruta de la leche o el frog (no, no es una rana y tiene un sabor muy peculiar pero delicioso=)
Disfrutamos de la bandeja de frutas y pudimos relajarnos un rato en las hamacas.
Luego ya era hora de volver. En el camino de regreso, hicimos un pequeño desvío por un canal aislado. El pequeño río serpenteaba a través del verde y era mucho más tranquilo que el grande.
Reservamos este tour a través del Tao Anh Guesthouse y realmente se lo recomendamos a todos, ¡vale la pena el dinero!
Otro momento destacado fueron los tres pequeños cachorros que pertenecían al hostel. Chiara y yo pasamos horas con los pequeños y recibimos una buena dosis de mimos=)
El día fue una linda despedida para nuestro viaje por Vietnam. Un país que me preocupaba un poco debido a su historia, pero que definitivamente me ha enseñado lo contrario, aunque desafortunadamente tuvimos bastante mala suerte con el clima. ¡Quizás precisamente por eso, una razón para regresar algún día!