Publicado: 22.12.2017
Nuestra primera parada en Andalucía es Úbeda. Aquí nos permitimos quedarnos en un hotel en pleno casco antiguo, que está muy bien calefaccionado. Andalucía tiene la misma cantidad de habitantes que Suiza, pero es el doble de grande.
En el camino de ida visitamos Castril, un hermoso pueblo blanco en medio de las montañas. Comemos en el acogedor Mesón Romero y compramos nuestro último décimo de Navidad. La Lotería de Navidad es una institución durante la época navideña en toda España (www.youtube.com/watch?v=GX1Cdd1BqX0).
La ciudad renacentista se encuentra a la orilla derecha del Guadalquivir. Enclavada entre olivares, la Sierra de Cazorla y la Sierra de Mágina, se alza sobre una colina de 748 m de altura. La arquitectura romana, el Renacimiento y el esplendoroso barroco han dejado aquí un rico legado. También la influencia cultural de los conquistadores de África del Norte se siente hasta hoy. Son los árabes quienes más han marcado esta ciudad desde el siglo VIII.
Admira los edificios. Alrededor de la Plaza Vázquez de Molina se agrupan palacios e iglesias. En la mente de los urbanistas del siglo XV debía formarse una unidad homogénea, en la que iglesias, palacios y casas de ciudadanos existieran juntas, sin que necesariamente tuvieran que compartir todo. En un barrio los artesanos, en otro barrio los trabajadores. Y algo más allá residían los moros, judíos y a veces también gitanos.
Después de la tranquila vida rural disfrutamos de la vitalidad de esta simpática ciudad. El viernes fue el primer día de lluvia en mucho tiempo, y pudimos aprovecharlo para lavar la ropa en la autolavandería. Jürgen fotografió ese día los viejos edificios con un filtro especial. Me gusta mucho el efecto. La gente aquí es muy abierta, cálida y considerada. Ahora estamos aprendiendo a entender andaluz, un dialecto del español. Aquí se dice “ehtá” (con una “a” larga al final) en lugar de “estar” o “hablao” en lugar de “hablado”. En el andaluz, las consonantes al final de las palabras suelen eliminarse y hay muchas otras particularidades.
También hay una gran tradición en la cerámica. Disfruté pasear por las salas de la Alfarería Tito y admirar las muchas, muchas jarras, tazas, lámparas ... hechas a mano, simples, coloridas o artísticamente pintadas, una más bonita que la otra. Por supuesto, no pude resistir comprar algún que otro recuerdo de esta hermosa ciudad.
Elsbeth