Publicado: 27.02.2019
¡Acostarse en la hamaca en febrero a 30 grados a la sombra se siente como unas vacaciones! Sin embargo, nos lo habíamos ganado (en realidad sobre todo Johnny), después de tantas excursiones a las montañas.
A pesar de que nuestra querida Luki, la ama de llaves y buena alma de la casa Hidalgo Ponce (que nunca quiere que abandonemos su protección), nos advirtió que en Guayaquil y en la playa la gente es bastante grosera y criminal, nos embarcamos en el viaje de ocho horas en autobús a la costa de Ecuador. Partimos temprano en la mañana - con pantalones largos, camiseta, suéter y chaqueta de plumas. Pasamos por las verdes montañas y colinas y, con cada metro que descendíamos, más calor entraba por la ventana abierta. En pocas horas cruzamos tres zonas climáticas, hasta que por la noche llegaron completamente empapados de sudor a Montañita. Montamos nuestra tienda a la sombra de algunos plátanos en el jardín de un albergue, ¡después de lo cual nos dirigimos a la hamaca con una cerveza fría! Así que los días siguientes fueron de surf, lectura, estar tumbados y por la noche tomar una (o dos) cervezas frías.
Por supuesto, no nos perderíamos el Parque Nacional