Publicado: 17.09.2020
Volamos a Rangiroa con Tahitian Airline. Rangiroa es una pequeña isla en el Pacífico Sur. Se encuentra en el segundo atolón más grande del mundo (con el mismo nombre).
Con 30 km de ancho y 80 km de largo, se tarda un buen rato en llegar al extremo en barco.
Así que llegamos y nos registramos en el hotel. Luego, planificamos nuestra primera inmersión y reservamos para el día siguiente. Rangiroa se considera uno de los lugares más hermosos y locos para bucear. Es comprensible, ya que en las innumerables inmersiones que hicimos, no solo vimos los típicos peces y algunas morenas, sino también peces piedra, enormes peces napoleon, barracudas y muchísimos tiburones de punta negra y de arrecife gris, un tiburón de punta blanca, un tiburón martillo y hasta... ¡delfines!
Buceamos en el Tiputapass. Para entrar al atolón, solo hay dos opciones: el Tiputapass o el Avatorupass. Dependiendo de la marea, las corrientes son o salientes o entrantes. La corriente es más fuerte cuando la luna está muy llena o muy vacía.
Con corriente entrante, se puede practicar buceo a corriente, lo cual también hicimos. Fue genial y solo había que equilibrarse; el resto lo hacía la corriente.
Por la noche, desde el bar sobre el agua, se ilumina el mar y se pueden ver 7, 8, 9... tiburones al mismo tiempo.
Una vez, fuimos a la ‘blue lagoon’. Esta se encuentra en el otro extremo del atolón. Bueno, más bien en el otro extremo de los 30 km del atolón. Y solo para eso nos tardamos una hora en barco. Ahora imaginen los 80 km...
En la Laguna Azul, primero hicimos esnórquel. ¡Allí vimos más tiburones de los que he visto en toda mi vida! La mayoría eran tiburones de punta negra. Luego apareció un tiburón limón bebé. Luego vinieron sus padres. Luego vino la adrenalina. Porque los padres de un tiburón limón pueden medir hasta 4 metros. Y los que vimos eran solo un metro más pequeños... También pueden ser muy temperamentales y, por ello, era un riesgo esnorquelear con ellos, como descubrimos más tarde.
Luego fuimos a una pequeña isla y comimos una comida muy rica: atún, pollo, poisson cru (pescado crudo - una especialidad), arroz y pan de coco con frutas.
Mi hermano y yo incluso cazamos y tocamos un tiburón bebé de punta negra. Luego alimentamos a los grandes tiburones con los restos. Fue un día muy bonito y se volvió aún mejor cuando vimos saltar un montón de delfines. Y luego, la perfecta puesta de sol.
Una vez alquilamos 'Lamborghinis de isla'. Por supuesto, no eran lambos reales, sino pequeños buggies con puertas de ala. Anduvimos por ahí y continuamente éramos perseguidos y ladrados por los perros. Yo también tuve la oportunidad de conducir una vez.
Fue realmente genial en Rangiroa. Pero también estoy emocionado por Moorea, nuestro próximo destino 🙂.