Publicat: 26.10.2017
En un país tan lejano, las primeras cosas que noté al llegar a la casa de mi familia anfitriona fueron las más comunes: hay dos puertas de entrada (una a la calle, detrás hay un patio y la segunda lleva a la casa), no hay manillas sino botones y los grifos no se abren como estoy acostumbrado.
Debido al cambio de horario, lamentablemente no pude hacer mucho durante mi primer día, y así fue como solo respiré aire peruano fuera de mi dulce y pequeño cuarto el segundo día.
10 minutos a pie me llevan de una zona residencial bastante tranquila directamente al caos metropolitano de Lima. Miles de coches, tiendas llenas y montones de personas llamando desde todas las direcciones. Ver las tiendas, hablar español y memorizar el camino fue, debo admitir, muy difícil para mí. Creo que tendré que pedirme que me enseñen el camino al supermercado otra vez...
A pesar de todas las impresiones, me llamó especialmente la atención, fuera de las calles principales, las hermosas casas sureñas en mi barrio, los árboles y las flores que se ven tan diferentes a los de Alemania y los pájaros que cantan de una manera tan distinta.
Y por eso estoy especialmente emocionado de explorar las calles y caminos alrededor de mi hogar en los próximos días.