Publicado: 07.10.2024
Pero entonces ocurrió lo inevitable. De repente, en medio de la nada en la carretera, uno de nosotros miró la hora y exclamó horrorizado: “¡Oh no! ¿Una hora más tarde?!” La cruel verdad nos golpeó: ¡habíamos ignorado completamente el cambio de hora! Nuestros 360 dólares parecían desvanecerse como arena entre nuestros dedos. Con frenéticos dedos en nuestros celulares, nos lanzamos a buscar en Google, esperando desesperadamente que esto fuera solo un pequeño error.
Después de diez minutos de caos en Google, donde ya nos habíamos mentalizado para seguir hacia el Parque Nacional Zion, ¡de repente tuvimos un destello de esperanza! La zona horaria no se extendía a lo largo de toda la ruta. Page, la ciudad donde se encuentra el Cañón Antílope, estaba justo en el límite horario. Apenas llegamos, el reloj retrocedió y realmente lo logramos: ¡justo a tiempo para el autobús! Respiramos aliviados y nos miramos triunfantes. ¡Suerte en la adversidad! La gira podía comenzar, y los 360 dólares estaban a salvo. 😄Después de esta espectacular visita, continuamos hacia el Parque Nacional Zion. El hambre comenzó a hacer acto de presencia y decidimos ir de manera clásica a cenar a McDonald's. Sin embargo, mirando hacia atrás, nos preguntamos por qué lo hicimos; los dolores de estómago a corto plazo no tardaron en llegar y la máquina de helados estaba rota de todos modos. Cuanto más deseábamos llegar a nuestra tienda en el glamping.
A través del walkie-talkie llamamos a un guardabosques, quien amablemente nos guió por el campamento. Nos mostró la cocina comunal y las instalaciones sanitarias mientras disfrutábamos del entorno idílico. Nuestra tienda era sorprendentemente espaciosa y acogedora, y afuera nos esperaba una pequeña parrilla y un área para fogatas. Apenas nos instalamos, deshicimos las provisiones y comenzamos a hacer una fogata para asar deliciosos malvaviscos.
Cuando la oscuridad cayó y las temperaturas bajaron, comenzamos a prepararnos lentamente para la cama. Cansados, nos acurrucamos en nuestras camas, mientras Julia y Nico rezaban en voz baja para no tener que ir al baño durante la noche. Con una sonrisa en los labios, finalmente caímos en un merecido sueño.