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El nombre

Publicado: 29.09.2024

Sebb acordó entonces la – esperamos que sea la última – cita con el vendedor, no debería tardar mucho, solo entregar la llave y asegurar que todo esté en orden, el pago, los documentos, el contrato, ¿algo más...?
Así que Sebb volvió a Gohlis. Todo salió exactamente como él lo había imaginado. Un breve aclaramiento de los puntos del contrato y luego la entrega de la llave.
¡Yupi!
La familia del anterior propietario se despidió una vez más de su querido vehículo recreativo y luego surgió esta pregunta:
Vendedor: “¿Deberíamos quitar la placa adicional con el nombre?”

Sebb: “No, eso puede quedarse.”

Vendedor: “Ya viste que se llama Gary, ¿verdad?”

Sebb: “Sí.”

Vendedor: “¿Sabes por qué?”

Sebb: “No, ¿por qué?”

Vendedor: “Es por la mascota de Bob Esponja.”

Desafortunadamente, aunque Sebb ya había oído hablar de Bob Esponja, no sabía mucho más que se trataba de una esponja de dibujos animados y su amigo el estrella de mar.

Sebb: “OK,...?”

Vendedor: “Bueno, la caracol, tiene una caracol como mascota.”

Sebb: “Si a ustedes les parece bien, nos gustaría mantener el nombre. Encaja bastante bien. Caracol, casa en la espalda y eso.”
Así que la placa del nombre se quedó donde estaba.

Entonces finalmente llegó el momento. Sebb quería conducir. Pero algo aquí no funcionaba según lo planeado. La marcha atrás simplemente no entraba, al retroceder con cuidado solo crujía horriblemente en la transmisión, pero el vehículo avanzaba más que retrocedía, lo cual no era genial en un espacio de estacionamiento tan ajustado. Después del tercer intento, el vendedor se ofreció a maniobrar el vehículo para sacarlo del espacio de estacionamiento, lo cual Sebb aceptó gustosamente. Aún había que practicar. Aunque Sebb tenía experiencia con vehículos antiguos gracias a nuestra motocicleta – una Honda CX500 de 1980 – la conclusión más importante fue que cada vehículo antiguo tenía sus peculiaridades individuales.

Después de unos minutos de conducción, el vehículo llegó a Connewitz. Buscar un aparcamiento se convirtió de repente en un reto. No por nada, Ines y Sebb decidieron hace algunos años comprar un coche pequeño para su vida diaria, que se pudiera meter en un minúsculo espacio de estacionamiento en la densa ciudad. Con Gary, el problema de aparcamiento no sería tan fácil de resolver, así que habría que buscar y caminar un poco hacia el vehículo.

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