Publicado: 29.06.2018
Vang Vieng es un pequeño lugar que anteriormente era conocido principalmente por el tubing, que atraía a hordas de viajeros ebrios. Desde que el gobierno lo prohibió, Vang Vieng se ha reposicionado principalmente en el ámbito de la aventura. Hay innumerables ofertas para hacer senderismo, ciclismo, tirolina y conducir buggys.
Decidimos hacer un tour en bicicleta por nuestra cuenta. Las bicicletas podían parecer buenas a simple vista, pero la suspensión era prácticamente inexistente. Lo sentimos al final del día, después del centésimo bache. :)
En el camino decidimos de manera espontánea visitar la cueva Silver Flower. Fue una experiencia inesperadamente divertida y aventurera.
Para llegar allí, primero tuvimos que cruzar un río con las bicicletas, donde nos recibió un viejo laosiano con una amplia sonrisa. '10,000 Kip de entrada' costaba. Lo que equivale a aproximadamente CHF 1.2. Sin embargo, no había cueva a la vista y solo nos mostró unas notas autografiadas como entradas. Cuando él también dijo que fuéramos adelante y que él vendría después, nos sentimos de inmediato como si estuviéramos de vuelta en Vietnam, donde en muchas atracciones locales intentan ganar dinero con supuestas tarifas de entrada o estacionamiento. Avanzamos con desconfianza y esperamos en el lugar acordado. De hecho, el anciano llegó después de 10 minutos con su perro. Eso nos mostró una vez más cuán rápidamente podemos tener una imagen equivocada de una persona.
Inmediatamente nos equipó con linternas y entramos en la cueva. Durante aproximadamente 45 minutos, nos guió con su personalidad inquieta a través de la sorprendentemente gran cueva llena de estalactitas y estalagmitas de miles de años. Además, en el techo se formaban patrones plateados y dorados que se parecían a flores. De ahí el nombre de la cueva.
Lo que hizo que todo fuera tan aventurero fue el hecho de que no llevábamos cascos y no había medidas de seguridad como barandas y soportes, etc. También no había luz, excepto la de nuestras propias linternas. Pero afortunadamente no pasó nada y un poco de adrenalina también puede ser refrescante.
Después de Vang Vieng, ya nos dirigimos a la última estación de nuestro viaje. La capital, Vientián.
Texto de Oli
Edición de imágenes de Rahel