Publicado: 09.07.2018
Todo el tiempo conoces a nuevas personas. De tantos países diferentes. Es muy emocionante escuchar sobre sus vidas. En el viaje a León, conocí a dos chicas de Noruega. Muy agradables. También trabajan como educadoras. Una en la guardería y la otra en la escuela. Constatamos que hay muchos maestros en el Camino. Fue una noche y una mañana agradables. Ayer ellas volaron a casa y yo seguí caminando solo, y por la noche ya me había encontrado con un grupo de alemanes con los que caminé hoy todo el camino a Astorga. Fueron unos 30 km.
Luego te encuentras con algunas personas que parecen vivir en el Camino. Ellos van de un lado a otro y parecen estar allí para ayudar a los peregrinos, o han construido un pequeño paraíso al borde del camino, un bar, una pequeña oasis donde los cansados peregrinos pueden aterrizar y disfrutar. Especialmente cerca de esos lugares que viven de donaciones, se vuelve muy autosuficiente. Además, hay algunas personas que pasan sus vacaciones de verano como voluntarios en el Camino. Allí, trabajas en un albergue como anfitrión. Desinteresadamente, por pura convicción, deseando apoyar y contribuir. ¡Fantástico!