Publicado: 02.10.2018
Sábado, 29.09.
El despertador sonó como de costumbre a las 6:00. Empacamos las cosas y nos dirigimos primero al Horseshoe Bend en el camino hacia el Gran Cañón. Tras una caminata de un kilómetro, llegamos al punto donde el río Colorado se abre paso a través de las rocas en una curva en forma de herradura. Desde 300 metros de altura, miramos hacia abajo al río. A pesar de la temprana hora, alrededor de las 9:30, ya hacía un calor abrumador: 40°C. Sin embargo, las vistas compensaron el esfuerzo. Además, de otro modo nunca habríamos conocido a los apicultores asiáticos. Probablemente para evitar broncearse, algunos asiáticos estaban vestidos con guantes y sombreros de apicultor con redes faciales. Los pantalones largos y las camisetas de manga larga completaban el respectivo conjunto de una manera muy adecuada. Se puede hacer, pero realmente no es necesario...
Después del Horseshoe Bend, que estaba a solo 10 minutos en coche de nuestro alojamiento en Page, continuamos hacia el Gran Cañón. El viaje en auto de dos horas fue sin problemas, así que a mediodía pudimos llegar al primer mirador del Gran Cañón. Cuanto más avanzábamos en el parque nacional, más impresionantes se volvían las vistas. En una de nuestras muchas paradas, aprovechamos para hacer un pequeño picnic de ensaladas. Finalmente, llegamos a nuestra alojamiento en el Pueblo del Gran Cañón ya de noche. Sin embargo, antes de poder acomodarnos, nos encontramos con una estadounidense borracha. Ashley, ese era su nombre, estaba alojada en la Maswick Lodge con su esposo y sus 3 hijos. Desafortunadamente, no podía encontrar el camino de regreso a su lodge. También no recordaba su número de habitación. Después de poco más de una hora, logramos llevar a la Ashley, poco cooperativa, de vuelta con su familia...