Publicado: 27.01.2018
Para extender nuestro visado, primero tuvimos que cruzar a Myanmar en un barco de remolque.
Luego volamos hacia el norte de Tailandia: a Chiang Mai.
Desde allí comenzamos nuestro emocionante viaje hacia Pai. La ruta cubre 130 km a través de las montañas y tiene más de 700 curvas, que Eike dominó como un héroe con nuestro scooter alquilado.
Al llegar a Pai, nos esperaba un hermoso paisaje montañoso, y el clima allí de alguna manera nos hizo sentir que no estábamos en Tailandia, sino en los Alpes. En este pequeño y acogedor lugar se pueden hacer muchas cosas: paseamos por puentes de bambú tradicionales sobre campos de arroz, subimos al Cañón de Pai al atardecer y visitamos una impresionante cueva de estalactitas; además, en Pai hay un increíble mercado de comida. Nuestro alojamiento era, una vez más, muy simple, pero la encantadora dueña (una viejecita que constantemente hablaba con nosotros en tailandés) y su loro parlante, que estuvo charlando todo el día, hicieron de esto algo muy especial.
Después de unos días, comenzamos nuestro camino de regreso a Chiang Mai para desde allí continuar nuestro viaje hacia Kuala Lumpur.