philipp_auf_dem_weg
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Apreciación

Publicado: 01.02.2019

Ya ha pasado una semana desde que salí de casa. Lo primero que me di cuenta es que las cosas más simples de la vida no son para nada evidentes.

El coche frente a la puerta, el agua potable limpia del grifo, la ropa recién lavada cada día, la comida caliente por la noche, son cosas que solían parecerme evidentes.

De vez en cuando comparo las rutas. Para el trayecto de Ponte de Lima a Rubiães, en el que casi me rompo y estuve 7 horas de camino, llegando empapado, me habría llevado 25 minutos en coche.

En Vitorino dos Piães, después de 8 horas de haber corrido por el pudin, mi botella de agua se rompió en Barcelos, no había supermercado cerca, y simplemente estaba feliz de tener una cama. Así que fue una noche en la que estaba muy sediento. En casa, abro el grifo, aquí prefiero no hacerlo.

Ropa fresca, en casa es algo evidente, aquí tengo que pensar: ¿puedo aún lavarla, estará seca para mañana? Prefiero oler mal que correr con calcetines mojados.

¿Comida caliente? Para mí, en los últimos 8 días ha sido una palabra extranjera. Las posibilidades estaban parcialmente presentes, pero estuvo demasiado agotador la primera semana como para poder sentarme en un restaurante por la noche.

La imagen muestra mi primera comida caliente desde mi 'última cena' en Kiel el 24.01.2019.

No todo es evidente y agradezco a Dios que en casa tengo las posibilidades a las que estoy acostumbrado.


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