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Día 8: Arequipa y Experiencia con la Monja

Publicado: 07.05.2018

En el último día queríamos ir una vez más al baño termal. Primero fuimos a un parque para desayunar y luego buscamos una forma de tomar un autobús. La dueña del hostal, que tenía una energía increíble, nos recomendó caminar, ya que el autobús no llegaría en 45 minutos, así que caminamos. Nuevamente tardó mucho, pero afortunadamente llegó un autobús. Fuimos de nuevo a Luicho, pero esta vez a Tomepampa y conocimos a un francés en el baño termal. Eliot estaba encantado de poder hablar francés otra vez, ya que solo había hablado alemán conmigo, y nos bañamos hasta que nos arrugamos. Con nuestro último dinero ahorrado, pude comprar una trucha. Compartí los restos con un gato que curiosamente me parecía amigable. Regresamos con un taxi compartido a Cotahuasi, donde tomamos té una vez más con la monja. Eliot jugó a un juego de perlas con la hija, el cual ella entendió solo al final. Jugamos voleibol, después de que la abuelita con Alzheimer me convenció de darle su dinero (lo recuperé después de que la monja lo notara y le llamó la atención a su madre). Toda la familia examinó nuestro equipo y preguntó cuánto costaban los sacos de dormir, y nos pidieron que les trajéramos algunos cuando volviéramos a Perú. También nos preguntaron cuánto costaban mis bastones de caminar y nos dio la sensación de que realmente los querían. Me titubee un poco, ya que costaban 160 soles. Pero cuando Eliot dijo que le gustaría regalarlo y que me daría 80 soles a cambio, ya que la abuela los necesitaba para caminar (solo tenía dos trozos de madera), se los di con gusto. La monja estaba encantada y oró al cielo. Salimos y viajamos ese mismo día a Arequipa.

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