Publicado: 31.07.2018
El Comité Central ha decidido que se debe ir a Hamburgo en bicicleta y no en el transporte público, que solo quiere imponernos sus horarios rígidos. 35 km según la recepción no suena tan trágico ahora (y sin montañas también). ¡Eso crees tú…
Ya por la mañana hace un calor abrumador, y a lo largo del día ha ido aumentando. Por lo tanto, llegamos algo asados a Hamburgo, por donde hemos entrado a través del barrio del puerto y el antiguo túnel del Elba. Por supuesto, el gran recorrido por el puerto es obligatorio, así que navegamos durante dos horas con nuestro patrón Sven, un original de Hamburgo como te imaginas uno del sur de Alemania, por las turbias aguas portuarias de Hamburgo. Como un campestre de Allgäu, uno se siente bastante impresionado al pasar junto a enormes barcos que te hacen sentir diminuto. Sin embargo, el colmo de la decadencia es el MSC Meraviglia, que encima tiene un parque de diversiones con montaña rusa que haría que muchas ciudades grandes se pusieran celosas. No es lo nuestro, y pienso que es bueno que la ciudad de Hamburgo haya impuesto restricciones de tráfico para diésel en ciertas calles. También es curioso y deprimente a la vez saber que el (arquitectónicamente interesante e impactante visualmente) puente Köhlbrand, que recientemente fue renovado por una fortuna, pronto será demolido para que un túnel en su lugar pueda permitir el paso a barcos aún más grandes.
Agotados por el calor, tras una muy buena comida vegana en Dock3 regresamos al camping con las últimas fuerzas o casi. Uno más picado de mosquitos que el otro.