Publicado: 05.06.2020
Es de noche, nos reajustamos, nos dirigimos a las tuberías, seleccionamos 'fría' y comenzamos a pedalear...
...nos encontramos en una fuerte tormenta, pero no escatimamos esfuerzos ni gastos, ampliamos los sellos...
...nos sumergimos a través del sifón, descendiendo cada vez más profundo, una última luz se apaga del Dúcker...
...como ranas, invisibles para los paseantes, estamos en el profundo subsuelo, buscando el codiciado manguito, ansiosamente...
...nos sentimos como renacuajos, nos golpeamos la cabeza contra el inquebrantable hidrante de bronce.
Un inmenso remolino, un torbellino de horror, nos arrastra a través de la amplia planta de tratamiento de aguas residuales hasta...
...el punto de no retorno, donde aparecen cansados pero felices en medio de un prado, respiramos y nos sorprende un sabor rancio en la boca - en medio de un prado. ¡La lluvia cae fuerte!
Para mejor orientación, nos ponemos nuestros chalecos de cuero, tomamos una pizca de rapé y con los bronquios bien abiertos, divisamos un cartel útil...
La aguja del medidor de agua portátil oscila con un movimiento tembloroso y podemos determinar rápidamente el valor del acuarela. Pasamos por una vivienda y preguntamos por
un coche. El amable y bondadoso conserje nos entrega con facilidad y seguridad la llave de encendido del vehículo...
...arrancamos, aceleramos a una velocidad completamente excesiva, superamos a siete vehículos de fantasmas, hacemos chirriar los neumáticos, derrapamos. Pero nos detenemos gracias a la fuerza de los frenos y aparcamos pronto el coche alquilado.
Ahora el camino es sin motor, seguimos buscando el manguito, realmente empedrado y...
difícil. En algunos lugares casi no hay posibilidad de atravesar. Nos detenemos otra vez...
Pero logramos llegar más bien que mal a la playa, una brisa fría sopla en nuestra cara...
...consumimos un poco de plancton, que amplía nuestra conciencia y se nos ocurre la idea salvadora, ¡sí! Recogemos el carrito de compras arrastrado desde las profundidades del mar...
nos dirigimos clandestinamente, pero con seguridad, a un bien surtido establecimiento cercano y podemos
ahí, con una taza de café caliente, adquirir el codiciado manguito, ¡qué sensación! Cansados pero felices, nos dirigimos a nuestra nueva vivienda a pie, para allí guardar...
bien y seguro. Ahora seguimos las reglas establecidas en el regreso, como siempre, con sentido del deber...
y nos dejamos mecer suavemente en el sueño por la energía del viento - en resumen, una experiencia grandiosa - ¡el manguito adquirido!