Publicado: 23.11.2017
Ayer viajamos de Melaka de regreso a Kuala Lumpur y Moritz se despidió después de 5 semanas de experiencias enriquecedoras. Voló por la noche de vuelta a Suiza mientras yo me instalaba en mi albergue en Kuala Lumpur.
No estuve solo por mucho tiempo. Ya ayer por la noche conocí a un indonesio y esta mañana nos unimos a dos finlandesas para visitar las Batu Caves juntos. Así que tomamos el metro en grupo. Lo que no nos dimos cuenta era que el tren no pasa con mucha regularidad, por lo que tuvimos que esperar 40 minutos por el próximo tren. Suficiente tiempo para disfrutar de un jugo de frutas fresco.
Al llegar a las Batu Caves, primero visitamos un templo hindú que estaba muy bien diseñado y contaba una historia.
Sin embargo, para llegar a la cueva principal tuvimos que escalar primero 231 escalones, gracias Essi por contar.
Los monos traviesos estaban de vuelta, tratando, sobre todo, de robar comida. Pero al final tomaban todo lo que podían atrapar. No ayuda que ciertos turistas también alimenten a los animales, lo que no hace nada para ahuyentarlos.
Una vez que se han subido las escaleras, se tiene una maravillosa vista.
La cueva en sí también era muy impresionante, con sus enormes salas. Varios templos hindúes más pequeños también estaban alojados en ella.
Después de la visita, regresamos al albergue para ducharnos y cambiarnos. Hacía bastante calor hoy y la escalada fue agotadora. Pues queríamos ir esta noche al bar en la azotea del Traders Hotel. Desde allí, se dice que hay una maravillosa vista de las torres Petronas. Así que caminamos desde nuestro albergue hacia la Sky Bar, y cenamos algo ligero en el camino. Nos aconsejaron llegar tan pronto como fuera posible a la Sky Bar (abre a las 17 horas) para asegurarnos un buen sitio. Las reservas no son válidas hasta las 20 horas. Llegamos a la Sky Bar a las 5 y tuvimos suerte, pudimos conseguir un tipo de salón justo en la ventana con vista a las torres Petronas.
En el centro de la Sky Bar había una piscina donde se podía nadar,
en la fachada de la ventana había varios salones, y la fachada de la ventana estaba cubierta solo a mitad con vidrio, así que se podían tomar buenas fotos.
Las bebidas tampoco eran muy baratas, pero de vez en cuando se da un capricho y la vista compensa mucho.
Desde aquí arriba pudimos experimentar la puesta de sol y observar cómo con la oscuridad se encendían las luces en toda la ciudad.
Las torres Petronas son impresionantes durante el día, pero de noche lucen aún más espectaculares. Desde nuestra ubicación también pudimos observar el espectáculo de agua frente a las torres. Fue una velada realmente genial.
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