Publicado: 26.01.2017
Es el Día de Australia y de alguna manera el país parece estar dividido por esta festividad. Algunos lo celebran (como nuestros vecinos), otros lo encuentran extraño y unos terceros lo rechazan totalmente, llamándolo Día de la Invasión...
Decidimos dejar el día como un día normal y la última vez desayunamos en la veranda, antes de emprender nuestro camino hacia Brisbane.
El tráfico que venía de frente no era tan malo (similar a nuestro inicio de vacaciones, solo que sin los horribles atascos) y tuvimos un viaje bastante despejado.
Curiosamente, justo al lado del aeropuerto está el DFO Outlet Shopping Center, que también conquistamos; realmente vale la pena y disfrutamos mucho en Esprit, Volcom y Converse (bueno, más bien en las tiendas...).
Poco antes del check-in, ocurrió una anécdota: una maleta (mi pato) cayó del carrito de equipaje y ahora está rota. No sé si ya lo había contado, pero noté la primera grieta en Cairns y casi tuve que obligar a la señora de Virgin Australia a que la aceptara. Qué bien que me hice valer: hoy el buen objeto fue a la basura y tengo que buscar en casa todo según el recibo para que me lo reembolsen... Menos mal que Matthes compró la bolsa verde en The North Face: así que empaqué mis cosas allí y dejé el pato roto...
Las más de 2 horas que deberían estar antes del vuelo se han reducido a algo más de una hora, pero aún así logramos abordar nuestro vuelo de manera tranquila.
El vuelo a Melbourne transcurrió de forma normal y bien, solo que esta ciudad parece no querer ser amigable: había 21 grados al llegar 😱
Dos tercios de nosotros fuimos esta noche a los Docklands para celebrar un poco más el Día de Australia y ver los fuegos artificiales (no sin algunos seguridades emocionados que buscaban a alguien que proyectara consignas del Día de la Invasión en la pared del estadio...). Así que tuvimos un poco de todo.