Publicado: 16.07.2018
Después de haber dormido genial, desayuné algo en el albergue (los cereales fueron de verdad un gran placer) y luego me dirigí a la agencia de alquiler de coches. Allí había reservado un coche, ya que la fábrica de Boeing en Everett (a unos 30 minutos en coche al norte del centro) no es accesible en transporte público. Al llegar, recibí un recorrido de 90 minutos por las salas de producción de los modelos 747, 777 y 787. Después de haber aprendido tanto sobre Airbus durante mis estudios, fue muy interesante ver a la "competencia" aquí en Estados Unidos. Después de la visita a la fábrica, había un pequeño museo y una terraza de observación para explorar. Sin embargo, no quería gastar demasiado tiempo aquí, ya que planeaba visitar el museo privado de aviones más grande de Estados Unidos, al cual llegué después de aproximadamente una hora de viaje.
Para aquellos que no están interesados en los aviones, ¡simplemente salten este párrafo! Allí no pude dejar de sonreír ante tantos aviones especiales. Aquí hay una lista: Boeing 727 Air Force One de Eisenhower, el primer 747, el tercer Dreamliner, B-52, SR-71 y un Concorde. Solo por mencionar los más llamativos... de todas formas, estaba absolutamente abrumado y las tres horas en el museo pasaron volando.
Después de la visita al museo, todavía tenía el coche de alquiler por otras seis horas, antes de tener que devolverlo en el aeropuerto. Así que me dirigí, sin un plan específico, hacia la montaña Mt. Rainier, que se veía a lo lejos. Esta destacaba principalmente porque la cima no estaba completamente cubierta de nieve. Conduje por los alrededores antes de regresar al aeropuerto. Allí devolví el coche, hice el check-in para mi vuelo a Fairbanks y, no pasaron más de dos horas cuando ya estaba a bordo del primer vuelo rumbo a Anchorage.